Llegada a Tuxtla Gutiérrez. |
No sé muy bien por qué, llevaba muchos años posponiendo un viaje a Chiapas. Allá vive mi primo Miguel y su familia desde hace muchos años, y en numerosas ocasiones me ha invitado a visitarlos. Pero siempre lo dejaba para después. Hasta hoy.
Excéntrico como soy, yo había decidido no hacer ningún plan específico: ni siquiera tenía reservación en hotel alguno, quería que este viaje fuera una aventura, decidir a la mera hora qué lugares visitar, a mi arbitrio, como diría Pita Amor; me quedaría donde quisiera, conocería lo que quisiera, cuando quisiera y como quisiera. Y todo salió a pedir de boca.
La travesía comenzó en la ciudad capital, Tuxtla Gutiérrez, luego de un recorrido en taxi de 35 minutos que se me hizo larguísimo, pues el aeropuerto se encuentra en el municipio de Chiapa de Corzo. El taxista me preguntó a qué lugar me dirigía, y sólo atiné a contestar: "al centro". "¿A qué parte del centro"? "A la Catedral, contesté sin dudar". Poco después se tomaba mi primera foto en Chiapas, con la Catedral de fondo.
Mi hermano Felipe me había recomendado comer en el mercado, así que hacia allá nos dirigimos Rodolfo y yo... ya era la hora de comer. Allá disfrutamos "cochito", que es carne de puerco en una salsa parecida al mole, con sabor un poco dulzón. Después llegaría a conocer que casi todos los platos típicos de Chiapas son dulces. Para acompañar la comida disfrutamos sendos vasos de refrescante tascalate, la tradicional bebida preparada a base de maíz, cacao, achiote, azúcar y canela. Salimos de ahí y nos pusimos a recorrer algunas calles.
Posteriormente empezamos a buscar, con ayuda de Google, qué hacer en Tuxtla Gutiérrez. El Zoológico, con fauna de la región, me lo habían recomendado mucho, pero ya era tarde y estaba cerrado. Los museos también estaban cerrados, por ser lunes. La segunda opción era visitar el Cañón del Sumidero, en la cercana Chiapa de Corzo, pero no quise arriesgarme a llegar allá y encontrar que ya no había recorridos; decidí dejar esa actividad para el día siguiente a primera hora. Pasé por el hotel Jacarandas y ahí decidí rentar una habitación para guardar las maletas, tomar una ducha y seguir recorriendo la ciudad.
Ya más frescos nos dirigimos en Conejo Bus al Parque de la Marimba, el cual a esa hora crepuscular se encontraba muy vacío y la marimba no se escuchaba por ninguna parte. Quizá la tocarían más tarde, pero no quisimos esperar y comenzamos a caminar y caminar, hasta llegar a otro mercado donde vi muchas frutas y alimentos desconocidos. Hay muchas zapaterías con muy buen surtido y unos precios bajísimos en comparación con los de Monterrey.
Transeúntes tienen tiempo para ver cómo mueven un anuncio de lugar. |
Tanto caminar nos dio hambre, así que llegamos al Restaurant La Catedral, un lugar donde antes habíamos visto que tenían la promoción de dos tlayudas al precio de una... no eran la gran maravilla pero estaba pasable. Hice varias preguntas al mesero, quien muy amable me contestaba llamándome "papi" y "mi rey"... pensé que estaría coqueteándome, pero después de visitar otros lugares durante mi viaje me daría cuenta que esta forma de dirigirse a los clientes es muy común por acá.
Elegante y bella danzonera. |
Hora de ir a descansar al hotel, pues a la mañana siguiente había que levantarse temprano para continuar la aventura en Chiapas.
El Museo de la Ciudad, cerrado los lunes. |
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