martes, septiembre 15, 2009

A Hard Day's Night


Se acercaba la noche de un día difícil, y la perspectiva de regresar a mi casa y enfrentar a mi soledad no era muy agradable. Di vueltas y más vueltas. Necesitaba hablar con alguien, ser escuchado. Quería verla a ella, pero al mismo tiempo no quería mortificarla.
Finalmente, me dirigí hacia su casa, con un poco de pan para compartir, pues dicen que las penas con pan son menos. Su compañía fue un bálsamo; mientas escuchaba su plática intentaba concentrarme en ella y olvidar un poco mi dolor. En un momento dado abrí mi corazón y le di la triste noticia. Durante todo el día había guardado el llanto en mi pecho, pero ya el dolor era muy fuerte y no pude resistir más. Ella me miró con compasión y me dijo que pensara en que él ahora descansa.
Le dije que me iba a quedar un rato más, pues no tenía muchas ganas de irme a mi casa, y ella me ofreció que mejor me quedara a pasar la noche en su casa y por la mañana me fuera a trabajar. Lo acepté de inmediato, pues era justamente lo que quería y necesitaba.
Más tarde llegó Karla. Debía venir muy cansada después de trabajar todo el día, pero aún así me dedicó todo tu tiempo. Me hizo olvidar un poco la tristeza, y reímos juntos cuando le platiqué una y mil anécdotas de mis amigos. Ya es avanzada la noche y hay que irse a dormir.
Me voy a la cama, y sabiendo que ella está muy cerca consigo caer poco a poco en el sueño. Despierto varias veces, pero casi de inmediato me vuelvo a dormir. Escucho su respiración, tranquila, y sé que a ella también le hace bien mi compañía. Dos solitarios acompañándose.
Se levanta muy temprano, preocupada porque no se me haga tarde. Le digo que todavía falta media hora, que se vuelva a acostar; así lo hace, pero momentos después se levanta y va hacia la cocina mientras yo duermo un poco más.
Por fin me levanto y la encuentro en la cocina. Tomo un café apresuradamente, pues todavía debo llegar a mi casa a bañarme, cambiarme y dar de comer a los perritos. Ella me da un sandwich y frutas. Me despido y voy hacia el coche. Hasta allá me alcanza para llevarme un refresco.
Todavía está oscuro, así que antes de partir le pido que se vuelva a dormir, pero sé que no lo hará. Yo empiezo mi día, dándome ánimos. Hoy es hoy, un nuevo día. Te amo, mamacita querida, bendita seas.

2 comentarios:

  1. Cuida mucho a tú mamá, tú que la tienes, disfrútala mucho.


    Te mando un beso.

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  2. Gracias por tu amable comentario, espero asomarme seguido por aquí. Qué bendición, contar con el incondicional apoyo y cariño, de una madre. Cuídate y cuídale mucho, saludos!

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