martes, noviembre 03, 2009

Monterrey sin Ratas

En el municipio de Monterrey recién acaba de iniciar su gestión Fernando Larrazábal, y una de sus primeras medidas fue suspender por cuatro días las funciones de todo el departamento de Tránsito, mientras que se realizan exámenes de los elementos para determinar si siguen en sus puestos o los mandan a Chihuahua a un baile.
Yo aplaudo la medida de este señor alcalde, pues durante la gestión del ineficiente Adalberto Madero, por decir lo menos, hubo innumerables actos de corrupción en varias secretarías y deparamentos del gobierno, y particularmente los agentes de tránsito se convirtieron en feroces ratas.
Era común que, en flagrante violación del reglamento, se escondieran detrás de arbustos o señalamientos viales para sorprender a automovilistas que rebasaban el límite de velocidad. Los controvertidos retenes anti-alcohol eran un festín para llevarse a sus bolsillos los sobornos entregados a cambio de no imponer multas.
Su desvergüenza llegaba a tal grado que ellos mismos exigían el pago de la "mordida", y si el automovilista no contaba con dinero le ofrecían muy amablemente escoltarlos hasta el cajero automático más cercano o la casa del compadre o familiar que les prestaría el dinero para salir del trance.
En resumen, se olvidaron de su principal función, dirigir el tránsito, vigilar que se cumpla el reglamento y brindar apoyo a los automovilistas y peatones.

Hace unas dos semanas me dirigía a una cena cuando, en plena lluvia, dejó de funcionar el sistema de lavaparabrisas de mi carro. Tuve que dejarlo en un estacionamiento y continuar el recorrido en taxi. Una vez en la cena, decliné una y otra vez las invitaciones a beber una sola cerveza, pues sabía que tendría que manejar y que las ratas de Tránsito andaban de cacería por toda la ciudad.
Horas más tarde llegué al estacionamiento y saqué mi carro, apenas había recorrido dos cuadras cuando con gran sorpresa vi por el espejo retrovisor una patrulla que me perseguía con las torretas encendidas.
Al detenerme se acerca uno de estos "Comanches" y me pregunta si consumí bebidas alcohólicas. "Ni una sola, oficial", le respondí. Acto seguido me pidió que soplara sobre un mugriento cartón, y al hacerlo dictaminó que traía aliento alcohólico. Me quedé mudo del coraje.
Era demasiado para una sola noche: una mascota hospitalizada, un motor de lavaparabrisas que se descompone en plena lluvia, un taxista que me confundió con millonario y pretendió cobrarme de más, pago de varias horas de estacionamiento, y ahora tenía frente a mí a una rata sinvergüenza acusándome falsamente de manejar en estado de ebriedad; frustrante de verdad.
Mientras ponderaba lo anterior la rata me pidió que le mostrara mis documentos, pero casi inmediatamente, de manera intempestiva, me dijo que me podía retirar. Agradecí al cielo por este favor y me fui con mucho cuidado a mi casa, esperando llegar con bien pues seguía lloviendo y mi visibilidad era muy deficiente sin limpiaparabrisas.
A otros conductores les ha ido peor, varios casos han sido documentados en la televisión sin que el anterior alcalde haya puesto fin a tanta corrupción y delincuencia. Por eso estoy muy contento de que nos hayan dejado sin ratas aunque sea unos cuantos días, y espero que hagan una buena limpia en la corporación.

1 comentario:

  1. Se siente una tranquilidad, esta bien que haya en zona escolar pero para el bien de los niños, y no escondidos esperando quien cae.

    Saludos

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