En ese tiempo tuve la oportunidad de hacer un viaje por
carretera al puerto de Tampico, que fue muy cómodo para todos los pasajeros,
incluido mi adorado perrito Lucas, gracias a la potencia, buen manejo y
amplitud interior del Spirit.
Sin embargo, ya entrando a la ciudad, la suavidad de manejo que
había demostrado en carretera se transformó en una serie de molestos golpeteos y
traqueteos, pues al menos en ese tiempo las calles de Tampico estaban casi totalmente
destrozadas, cuál más cuál menos estaban llenas de baches y grietas de lado a
lado.
Fuera de esta molestia, llegamos muy bien y pasamos unas
vacaciones excelentes, sobre todo por los días de sol y playa que ya mucho
necesitaba, recuerdo lo divertido que fue para mí comprobar la capacidad innata
para nadar de Lucas.
Nuestro anfitrión, Agustín Arteaga (QEPD), era un hombre sumamente
atento que hizo todo lo que estuvo a su alcance para hacer nuestra estancia muy
placentera; recuerdo que nos recibió con una abundante comida a base de ceviche,
preparado con su receta especial; todos lo disfrutaron muchísimo excepto yo,
pues nunca he podido convencerme de probarlo. Lo que sí probé fueron sus
bebidas, pues era también un experto barman.
En ese tiempo él trabajaba manejando su “carro de ruta” por
las calles de Tampico; así le llaman allá a un tipo de transporte público que
tiene rutas establecidas pero que se ofrece en automóviles (como los taxis) y
no en microbuses ni en camiones; en aquel tiempo casi todos los carros de ruta
eran vehículos grandes como Grand Marquis y Crown Victoria, de modelos no tan
recientes.
Durante mi estancia lo acompañé uno o dos días en sus
recorridos, y fue así como conocí una buena parte de la ciudad; además pude
darme cuenta de que, a pesar de que su auto no era tan nuevo, se conducía con
una suavidad maravillosa, como si flotara, a pesar de que, como ya he dicho,
las calles estaban para llorar. Ahí mismo decidí cuál sería mi siguiente
automóvil.
Tan pronto regresé a Monterrey empecé a buscar un Grand
Marquis, pero como los contemporáneos estaban muy caros, me enfoqué en modelos
más antiguos, fue así como poco después cambié mi Spirit 1992 por un Grand
Marquis 1984 de color blanco con toldo en interiores de color café oscuro.
Adiós, Chrysler, bienvenido, Ford. Sí, era un carro antiguo, pero estaba precioso y sobre todo
sumamente amplio y maravillosamente cómodo, comprobé que definitivamente no hay
comparación entre un carro full-size y un auto compacto. Un compañero constante
en mis viajes era Lucas, quien se echaba a sus anchas en el asiento del
copiloto y se enojaba mucho cuando alguien ocupaba su lugar.
Como siempre he hecho cuando compro un auto usado, una de
las primeras mejoras que le hice fue comprarle un precioso juego de llantas Michelin.
Los amortiguadores estaban bien, de modo que la conducción era suave y sin
sobresaltos, una delicia. Lo único que no me gustaba era que los vidrios y
seguros eléctricos no eran originales, sino que se los habían adaptado de
manera un poco rústica, así que las ventanillas subían y bajaban a una
velocidad más lenta de lo normal.
Suena raro que un auto de lujo como el Grand Marquis no
tuviera los vidrios y seguros eléctricos como equipo original, pero hasta en
esto se reflejaba la política de austeridad desarrollada por el presidente Miguel
de Lamadrid Hurtado para lograr que el país se recuperara después del colapso
económico propiciado por anteriores administraciones, como la de José López
Portillo.
Mirándolo en retrospectiva, el Grand Marquis tal vez haya
sido el auto que más me ha gustado de los que he tenido hasta ahora. ¡Cómo lo disfruté!
Hasta ese día…
Al salir del trabajo pasé a recogerlo al taller mecánico que
quedaba cerca, a donde lo había llevado para que le hicieran la afinación. Cuando
abrieron el cofre para mostrarme que ya había quedado listo pude ver que el
potente motor lucía reluciente, porque le habían dado una pasada con gasolina. Así
que abordé y me dirigí a casa.
A medio camino, mientras esperaba frente a la luz roja del
semáforo, noté un fuerte olor a humo. A un lado se encontraba una vieja y
destartalada camioneta, de modo que supuse que era la causante del mismo; me
pregunté por qué muchos propietarios de automóviles retrasan tanto la afinación.
Reanudé la marcha y me detuve en el siguiente semáforo. El olor continuaba,
pero la camioneta destartalada ya no estaba a un lado.
Me preguntaba qué estaría pasando, cuando me quedé
estupefacto al notar que por las rejillas del aire acondicionado estaba
entrando el humo más negro y espeso que hubiera visto en mi vida… el semáforo seguía
en rojo pero aún así aceleré de golpe para detenerme un poco más adelante, en un
área desierta a un costado del camino.
Bajé del vehículo y abrí el cofre, sólo para ver que el
motor estaba completamente en llamas; sin saber qué hacer, casi presa del
pánico, volví a cerrarlo. No tenía extinguidor. Para entonces ya eran visibles las
llamas y el humo, de modo que varios conductores se detuvieron a auxiliarme y
entre todos volvimos a abrir el cofre y echamos tierra para sofocar el
incendio.
Me preguntaba qué había sucedido. ¿Por qué? No fue sino
hasta mucho después que relacioné los cables eléctricos de la burda instalación
eléctrica para los vidrios y seguros eléctricos, pasando por el motor recién afinado
e impregnado de gasolina para que luciera muy limpio… fatal combinación.
El incendio de mi auto fue una experiencia muy
impresionante, que me dejó incapaz de pensar con claridad. No tuve siquiera la
lucidez de comprender que debía dar gracias a Dios por haber salido con vida.
No se quemó más que el motor. La carrocería, el interior,
las llantas, todo estaba bien, sin daños aparentes, pero la compañía de seguros
lo declaró pérdida total. Al día siguiente le conté la triste historia a mi
mamá, y ella sólo me dijo: “No te preocupes, al rato te compras un carro nuevo”.
Y yo sólo sonreí y agradecí sus buenos deseos, pero no creí que pudieran hacerse realidad.
Yo ni tengo coche, y ni me gustan...jujuju, aunque, estoy pensando en un SMART
ResponderBorrarCreo que un Smart o un Mini es un auto muy adecuado para tu personalidad, autos muy "chic".
BorrarEven though I don't know a lot about car models, and for me a car is just a method of transportation, I am enjoying your stories about the cars you have had through the years.
ResponderBorrar¡Saludos!
It's been a great exercise to remember both good and old times. ¡Un abrazo!
BorrarQué cuento triste! Y en qué demonios estaba pensando en mechanico para lavar el motor con gasolina?!? Qué raro!!!
ResponderBorrarHacemos la misma cosa tu y yo. Cuando compro un carro usado, compro llantas nuevas, normalmente Michelin porque me han servido muy bien.
Un fuerte abrazo, amigo. Saludos,
Kim G
Boston, MA
A donde nos amenezó nieve en la mañana pero afortunadamente nunca llegó.
Sí, fue muy triste, yo estaba muy contento con mi Ford y hubiera querido disfrutarlo más. Pues nunca supe por qué hizo eso el mecánico... es de ese tipo de cosas extrañas e incomprensibles que hacen los mexicanos, ooops, jajajajajaja. ¡Precisamente las llantas que le puse eran Michelin! Cuídate mucho, saludos.
Borrarme preguntaba si en algunas de tus peripecias, te habra sucedido algun suceso sobre natural! cuenta! cuenta!!
ResponderBorrarAy, Gary, pues... que yo sepa, nunca me ha ocurrido ningún suceso sobrenatural, no sé lo qué haría... quizá tendría miedo. Una persona que estuvo un tiempo en mi casa me dijo que él veía que había fantasmas, pero no se lo creí. No sé, creo que yo no tengo esa capacidad de percibir lo sobrenatural.
BorrarTu conoces por lo menos un cuento de "fantasmas" que sería muy interesante contar. Recuerdas? Lo que me dijeron tu amigo "H" frente a su casa/oficina?
Borrar¡Es cierto! Muy buena historia para compartir.
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