martes, febrero 20, 2018

Un Domingo en Cuatro Ciénegas

Parroquia de San José.
Últimamente se han estado poniendo de moda los tours que ofrecen distintas compañías locales a varios destinos (Pueblos Mágicos) cercanos a Monterrey: Real de Catorce y Huasteca Potosina, en San Luis Potosí, Parras de la Fuente y Cuatro Ciénegas, en Coahuila... éste último despertó mi interés, porque es el único que no conocía.
Me da gusto que esté floreciendo este mercado de los tours a los Pueblos Mágicos, es un negocio que beneficia a todos, pero sobre todo trae prosperidad a estas regiones.
Con tanto trabajo que he tenido en las últimas semanas, salir de la ciudad era realmente una necesidad, así que me levanté muy temprano, tomé mi mochila y me despedí de Logan y Chucho; éste último me contestó con un gruñido, tal vez comprendió muy bien que ese día se quedarían solos y encerrados.
Muy puntual, a las 6:30 de la mañana abordé el autobús que poco después enfiló hacia el norte. Salimos de la zona metropolitana y pasamos por Abasolo, un municipio del que, vergonzosamente, no conozco nada. Más adelante está Mina, y de ese sí sé que posee un museo en donde exhiben los restos de un mamut encontrado ahí cerca, pero no lo he visitado tampoco.

Plaza de Cuatro Ciénegas.
Más adelante entramos al estado de Coahuila: pasamos por Castaños, Monclova, Frontera, San Buenaventura, Nadadores y finalmente Cuatro Ciénegas. El autobús se estacionó a un lado de la bella Parroquia de San José, situada frente a la plaza principal.
No hubo tiempo de entrar a la iglesia (quienes me leen saben que no entro a rezar sino a admirar su arquitectura), porque la breve parada era para que los pasajeros pudiéramos comprar bebidas y snacks en el súper o comer unos tacos de barbacoa o menudo en unos puestos ubicado a la vuelta. Pero he leído que en el interior de la iglesia hay un mural que cuenta la historia de este pueblo, cuna del revolucionario Venustiano Carranza.
Yo compré un paquete de carne seca de la que elaboran localmente y mientras lo engullía me puse a admirar la torre de la iglesia, la bonita y bien cuidada plaza, las sierras que rodean a Cuatro Ciénegas y las antiguas y amplias casas de estilo norestense, con sus pesadas puertas de madera.
Bloques de travertino en la Mina de Mármol.
Nuestro primer punto fue la Mina de Mármol, ubicada en lo alto de la Loma de San Marcos. Nuestro guía nos relató que hace muchos años se extraía travertino, una roca parecida al mármol, pero que la mina fue cerrada por incosteable; otras personas dicen que la cerraron cuando toda esta área fue declarada Zona Natural Protegida.
En este lugar se pueden apreciar gigantescos bloques de piedra diseminados por toda el área, como si fuera una antigua ciudad griega que quedó en ruinas después de un potente terremoto... bueno, algo así. Yo trepé imprudentemente a uno de los bloques y desde una buena altura pude apreciar la bonita vista.

Una maravilla caminar por las Dunas de Yeso.

Me di cuenta que viajar solo tiene un inconveniente: hay que pedir a alguien que tome fotos (aborrezco las "selfies"), y generalmente ese alguien toma fotos desenfocadas, alejadísimas, a contraluz, cortadas... bueno. Traté de usar el temporizador, pero no siempre era posible porque el guía nos traía a paso veloz.
De ahí nos fuimos a las Dunas de Yeso, una zona cubierta por blanca arena y formaciones caprichosas creadas por los cambios geológicos, pues se dice que esta área formaba parte del Mar de Tetis, el cual se secó y solo quedaron unas lagunas, pero estas también se secaron y solo quedó la arena, misma que contiene calcio y que es lo que le da su color blanco.
Desde antes que lo sugiriera el guía, me quité los tenis para que mis pies disfrutaran la caminata; para mi sorpresa, la arena no estaba caliente bajo el ardiente sol de este desierto; según el guía, esto se debe a que sus cristales contienen agua. ¿Será? Algo que pude notar es que la mayoría de la gente tiene los pies muy, muy feos.

Poza Azul, hermoso oasis.
Nuestro siguiente destino fue la Poza Azul... de un hermoso color turquesa gracias a la gran cantidad de minerales que contiene el agua. Me gusta imaginar que quizá debajo de todo este desierto debe haber grandes cavernas llenas de agua formando túneles interconectados... será que me impresionó mucho el contraste de los cuerpos de agua en medio del desierto, y eso que el tour no incluyó remar por el cercano Río Los Mezquites. Debe ser genial.
Llegó la hora de ir a comer; yo pensé que iríamos a algún restaurante típico del centro, pero el guía nos "recomendó" el restaurante del hotel Hacienda 1800, que se encuentra a las afueras. Debo decir que me quedé boquiabierto ante la belleza de este lugar que es literalmente un oasis.
Patio central del hotel Hacienda 1800.
En su patio central hay un bonito jardín con algunos árboles, así como varias albercas e incluso hamacas. Hay salitas con bancos hechos de troncos y mesas hechas de antiguas puertas. Cerca de ahí está el bar, con una pequeña alberca donde puedes sentarte a difrutar una bebida sentado bajo el agua sobre un banco de piedra ¡o en un columpio! Más adelante, el restaurante con vista al patio central, y alrededor se ubican las habitaciones, como toda una hacienda.
De ahí nos fuimos a la vinícola Vitaly, dondé compré una crema de aguardiente que me está esperando pacientemente. No pudimos recorrer los viñedos por falta de tiempo. Regresamos a la plaza principal para el último punto del recorrido: el museo Venustiano Carranza, hacia donde se dirigieron todos los pasajeros del autobús excepto uno: yo mero.
¿Qué tal el bar?
La razón por la que decidí perderme esta visita fue que el guía había comentado que en la plaza se encontraba un indígena "huichol" que vendía artesanías y además daba masajes. Yo fui en su busca pensando en tomar unas buenas fotografías (aunque me cobrara), pero me encontré con varias sorpresas.
El hombre no era huichol, sino, según él, yaqui, de Sonora; pero ni su indumentaria ni sus facciones lo demostraban. Así que adiós fotos...
Pero ya que estaba ahí, le compré un frasquito de gotas "Me Vale Madre" (así se llama), que contiene valeriana, tumbavaquero, azahar, tila, damiana y otras cosas con la que espero dormir mejor. También le pedí que me diera su famoso masaje "creaneoencefálico", pero exprés porque no tardarían en salir mis compañeros del museo.
Mientras me daba el masaje me enseñó unas técnicas de respiración y posturas para meditar; y debo decir que tras el breve masaje yo quedé relajadísimo y listo para el viaje de regreso. El terapeuta, como se autonombró, me comentó que solo estaba en el pueblo por unos días y me ofreció su número de celular, porque también ofrece consultas por teléfono. Yo esperaba un número teléfónico de Sonora, de donde son los yaquis, pero resultó ser de Tepic, Nayarit. Que alguien me explique...
Pasé nuevamente por la parroquia, que ahora estaba iluminada; intenté entrar pero me di cuenta que se estaba oficiando misa y no quise interrumpir. Con el sol ocultándose, regresé al autobús junto con mis compañeros y emprendimos el regreso a Monterrey. Llegué a casa rendido pero muy satisfecho con mi visita relámpago a Cuatro Ciénegas.
Isidra Ramírez, de Grupo Ramírez Valladares, nos comentó que la compañía tendrá un tour próximamente a Creel, Chihuahua, que incluye un paseo en el famoso tren Chepe. Me seduce la idea...

6 comentarios:

  1. También me llama mucho la atención ir a Cuatro Ciénegas, pero a Azael no se le hace tan atractivo el lugar y aparte siento que ir en ese tour es muy rápido, no se si llegas a apreciar bien cada lugar que visitas, espero convencerlo de irnos un fin de semana.

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  2. Había oído del lugar, pero no conocía nada... Qué bonito es todo!
    Impresionantes las dunas y la poza...
    ¡Más fotos, más foto!

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  3. Denisse: El tour no me pareció tan rápido, porque realmente con las dunas y la mina de yeso y la poza, vas, observas, tomas fotos y ya, no hay nada más que hacer. Claro que los que quieran ir al río sí necesitarán más tiempo y en ese caso pordrían pasar la noche ahí (el hotel Hacienda 1800 se ve estupendo). Yo me hubiera querido quedar un buen rato en la plaza, platicar con la gente, entrar a la iglesia, mirar el tiempo pasar. /// Álex, qué bueno que te gusto, no pude tomar muchas fotos pero te las debo para la próxima. /// Bill, es un lugar muy bonito, en el norte de México también hay cosas muy bellas, diferentes, eso sí, pero bellas.

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  4. Es el problema de tours: van demasiado rápido. Recuerdo cuando F y yo fuimos a Monte Albán por un tour. Pasemos la hora corriendo para poder ver todo antes de la salida del autobús. Hubiera yo podido pasar todo el día allá.

    Gracias por el post.

    Saludos,

    Kim G
    Redding, CA
    Donde hay mas tiempo que sitios turísticos.

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  5. Tienes razón, Kim... van demasiado rápido. Algunas veces está bien, pues no hay mucho más que ver, pero otras, uno quisiera quedarse simplemente contemplando el lugar, como Monte Albán. A Monte Albán debo regresar para acostarme viendo hacia el cielo y pasar así un buen rato. Abrazos.

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