lunes, marzo 05, 2018

De Visita en Guanajuato: Dolores Hidalgo

La vida es un viaje y aquellos que viajan la viven dos veces.


Omar Khayyam


Algún día yo también tendré mi frase célebre, pero por lo pronto me gustaría seguir viajando, porque viajar es ciertamente una de mis grandes pasiones. Mientras avanzaba por la carretera regresando de mi último viaje, caí en la cuenta de que he estado cumpliendo esos sueños que cuando era un muchachillo parecían tan lejanos, de conocer aquellos lugares de los que hablaban mis libros escolares: la blanca Mérida, el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca de Juárez, San Luis Potosí,  Durango...
En esta ocasión, aproveché un fin de semana para cumplir una cita pendiente con Guanajuato; casi todas las personas que conozco han visitado los túneles y los callejones de la ciudad capital, la moderna ciudad de León, el pintoresco Dolores Hidalgo, la Cuna de la Independencia Nacional, la "mexi-gringolandia" San Miguel de Allende, como la llama mi amigo Kim.
Yo solo fui hace unos 32 años a León junto con mi amigo Jesús; llegamos a la central camionera, pasamos por ahí cerca a comprar zapatos para revender, nos volvimos a subir a otro autobús y regresamos a Monterrey. Recuerdo que cuando llegué apenas podía moverme, quedé hecho polvo y sin haber conocido la ciudad de León.

Apenas clareando el viernes, después de acomodar las maletas en la cajuela abordé el auto junto con mis tres compañeros de viaje: Chucho, Logan y Rodolfo. El travieso Logan se la pasó chillando la primera parte del viaje, pues insistía en querer ocupar su lugar habitual al viajar en carro: escondido entre la parte posterior de mi cuello y el reposacabezas, pero esto no era posible y se tuvo que ir en una canasta especial que se puede cerrar pero le permite ir viendo a través de una malla. Chucho, gran viajero, se portó de maravilla durante todo el viaje, echado en su camita.

Parque Morales, San Luis Potosí.

La primera parada fue en San Rafael, donde pudimos estirar un poco las piernas después de almorzar. Como es normal en este lugar, el viento era helado; por eso me alegré de haber llevado un sombrero y mi hermoso gabán de lana con la figura de un caballo realizado en bordado mazahua. Posteriormente continuamos hasta San Luis Potosí, porque quería conocer el Parque Tangamanga, que se encontraba cerrado el año pasado que visité la ciudad. Imaginé que sería un lugar excelente para que corrieran a sus anchas mis perros, pero al llegamos el letrero en la entrada fue como un golpe en la nariz: NO SE ADMITEN MASCOTAS.

Ingresamos de todas maneras para dar un pequeño recorrido y admirar el parque aunque fuera desde el auto. Pregunté a uno de los guardias por un parque donde sí aceptaran mascotas y me dio in
Logan y Chucho, felices.
strucciones para llegar al Parque Morales.
Este es otro inmenso y hermoso parque, con muchísimos árboles también; el letrero de la entrada no prohíbe la entrada a las mascotas, solamente solicita que sus dueños se encarguen de recoger las heces, lo cual me pareció muy adecuado. Como lo había anticipado, para los canes fue una delicia correr por el pasto hasta cansarse, marcar el territorio, olisquear por todas partes y hasta buscar pelea a otros canes. Daban ganas de quedarse sentado en una banca, pero había que continuar el viaje.

Por la tarde llegamos al primer punto de la travesía, el pueblo de Dolores Hidalgo, donde inició el movimiento de Independencia de México la madrugada del 16 de septiembre de 1810, cuando el cura Hidalgo instó a los mexicanos a tomar las armas y rebelarse contra el régimen virreinal de la corona española. Entré a la vieja iglesia, que me recibió con el crujir de sus pisos de madera. Entrecerré los ojos y aspiré el aire de ese lugar tan lleno de historia... disfruté enormemente por fin estar ahí.
En 1810, el cura Hidalgo rompió
el silencio y profirió el famoso
grito de Dolores.
Al salir de la iglesia, tan pronto cruzamos hacia la plaza fuimos recibidos por el vocerío de los vendedores que pregonaban los exóticos sabores de sus famosas nieves: pulpo, camarón, cerveza, tequila, frutos secos, nopal, chicharrón, zapote negro... en el puesto de Don Gabriel yo probé una combinación de mantecado de guayaba y aguacate que estaba absolutamente delicioso.
La foto de este puesto aparece en un libro de texto de primaria, el cual tienen ahí para mostrarlo a los clientes; su propietario es un hombre mayor muy atento y platicador; me preguntó de dónde venía yo y cuando le respondí me dijo que le gustaría mucho venir a conocer la ciudad de Monterrey, y hasta preguntó cuánto tiempo le tomaría llegar en autobús y si se podría ir y regresar el mismo día. Generoso y amable, me preguntó si había probado el helado de frutos secos, y ante la respuesta negativa, ordenó que me regalaran un pequeño cono. Qué buen sabor de boca me dejaron las nieves y la generosidad de don Gabriel.

Hay varios museos que visitar, así como calles y plazas que recorrer en Dolores Hidalgo; hasta me hubiera gustado mucho echarme un mezcal en la cantina El Incendio, pero la tarde pardeaba y había que proseguir el viaje. Así que me puse tras el volante y tomé la carretera hacia la capital del estado. Nadie me advirtió (ni yo investigué, porque el viaje se planeó de último minuto) que la 110 cruza por la sierra y va descendiendo a través de innumerables curvas... ¡con el miedo que les tengo! Camino desconocido lleno de curvas y el inminente anochecer... no hubo más que enfrentar mis temores y felizmente para cuando llegamos a destino ya casi casi adoraba las curvas. Ciertamente, la carretera está en muy buenas condiciones y las curvas muy bien trazadas, pero no, no lo vuelvo a hacer. Yo paso.

3 comentarios:

  1. La case de mis papás está junto al Tangamanga! Qué bueno oír de mi tierra... sniff, sniff

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  2. Me encanta la ciudad de San Luis Potosí, pero desafortunadamente nunca he ido a Dolores Hidalgo. Quizá algún día.

    Vas a escribir sobre San Miguel de Allende?

    Saludos y un gran abrazo,

    Kim G
    Redding, CA
    Donde creo que sería genial viajar juntos algún día.

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  3. Álex, qué bonita sorpresa saberlo, pues qué bonito sector para vivir y qué bonita ciudad. Yo realmente no pensaba mucho en San Luis Potosí hasta que fui por primera vez el año pasado, y me gustó mucho, especialmente por el hecho de su magnífica ubicación, pues de ahí puedes trasladarte fácil y rápidamente a todas partes. Saludos.

    Kim: Recordé cuánto te gusto SLP y cuando estuve ahí estuve totalmente de acuerdo contigo. Dolores Hidalgo me pareció muy bonito, un pueblo muy pintoresco, slow paced, donde se antoja pasarse toda una tarde descansando en las bancas de su parque con muchos árboles.

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