Con esta ya son varias semanas en las que he visto una marcada disminución de mi carga de trabajo. Por una parte, ha sido una bendición, pues esto me ha permitido descansar y recuperarme de mi reciente pérdida... no sé si mi concentración en el trabajo hubiera sido óptima.
Pero, por otro lado, empiezo a preocuparme un poco, pues si bien todos los inicios de año se caracterizan por la reducción en el número de proyectos de traducción en enero, ya estamos prácticamente a fines de febrero y la situación sigue igual.
Creo que la principal causa es el impacto económico global de la pandemia, pero también se suman situaciones como las severas tormentas de nieve en Estados Unidos y algunas partes de Europa, la celebración del Año Nuevo Chino (por ejemplo, no se están surtiendo chips para satisfacer la demanda de las armadoras de autos, obligando a paros técnicos).
En fin, espero que poco a poco se vaya recuperando mi trabajo, y si no es así, pues tal vez habrá que reinventarse. Todos los cambios asustan, pero también sé que todos los cambios son buenos. Bueno, eso dicen...
Con más tiempo libre y sin la opción de salir a pasear por la ciudad o emprender un anhelado viaje, debido a que aún hay riesgos de contagio de Covid y a que ha habido días muy fríos, me he dedicado a dormir más, escuchar un audiolibro que parece interminable (Anna Karenina), pasar demasiado tiempo revisando las redes sociales, pero sobre todo viendo videos en YouTube.
Aparte de películas mexicanas, veo reseñas de automóviles, escenas de autos atascados en carreteras debido a tormentas de nieve, sesiones de quiropráctica o bien de masajes corporales tailandeses, japoneses y vietnamitas (estos videos son de ASMR, o respuesta sensorial meridiana autónoma) lo cual, en términos generales, significa que producen un estado de tranquilidad, relajación y somnolencia; noticias del mundo, cortometrajes, videos musicales, etc.
Entre todos ellos, un tipo de videos que ha llamado poderosamente mi atención es el de personas que deciden dejar de pagar el alquiler de su casa (o bien ya no tienen dinero suficiente para hacerlo) y optan por vivir en su auto. Estos vehículos no son las clásicas casas rodantes de grandes dimensiones, equipadas a todo lujo: recámara, baño, cocineta, espacios para comer, ver TV o sentarse a leer un libro.
Más bien, se trata generalmente de vehículos tipo SUV de tamaño mediano, aunque también hay quienes convierten sus sedanes medianos o incluso vehículos subcompactos en su hogar sobre ruedas. El equipamiento también varía, desde aquellos que invierten en modificaciones casi profesionales, modernos generadores solares y otros utensilios y artilugios de avanzada tecnología, hasta aquellos otros que adquieren unas cuantas piezas de madera, contenedores de varios tamaños, cajas, unas cuantas piezas de plástico y emprenden la aventura de su vida.
Las personas que deciden vivir en su auto son de todo tipo: jóvenes profesionales que deciden tomar un año sabático, hombres con buenos recursos económicos y con la vida resuelta pero que aman la aventura, mujeres de edad madura que por circunstancias de su vida vieron disminuidos sus ingresos, parejas de aventureros extremos que recorren el país o inclusive el continente. Casi todos los nómadas modernos que he visto son de Estados Unidos, pero también hay unos cuantos europeos y uno australiano; también hay una o dos parejas sudamericanas que relatan en varios videos su viaje por el continente.
Me impresionó un video de un hombre japonés que documenta un día de su vida: después de trabajar en una oficina en Tokio, sale a realizar compras en un par de tiendas, luego conduce su pequeño automóvil hacia las afueras y se estaciona debajo de un puente; cambia su traje por una vestimenta más informal, calienta su cena utilizando una diminuta estufa que utiliza una pequeña lata de gas butano, ve un poco de televisión, ora por unos momentos y se va a dormir. A la mañana siguiente, se lava en un arroyo cercano, desayuna, prepara su comida para la hora del almuerzo, se viste y se dirige de nuevo a su oficina en la ciudad. Es lo que se dice un "homeless" (sin hogar), pero sin la carga despectiva que comúnmente se asocia a este término.
Estos videos llaman mucho mi atención porque desde hace muchos años he tenido un deseo muy escondido de viajar por mi país en una casa rodante, para así poder conocer todas las ciudades y pueblos que me interesan. Sin embargo, no lo he llevado a la práctica, quizá porque la idea me gusta, pero también me asusta: lo desconocido, los riesgos que pueda haber en el camino, el apego que siento por el lugar donde he vivido desde que nací. Cada cierto tiempo saco ese sueño de mi baúl y me permito acariciarlo, pero luego vuelvo a guardarlo.
Igualmente, en varias ocasiones he soñado con irme a vivir a otro estado, en una casa cerca del mar o bien en una cabaña en la sierra; inclusive hace unos tres años viajé a Oaxaca para tratar de ver cómo sería vivir en aquel lugar, pero la experiencia no pasó de poco más de dos semanas: es el apego que he mencionado antes lo que no me ha permitido dejar salir al hombre intrépido y aventurero que hay en mí.
Por supuesto, anteriormente irme a vivir a un lugar lejos de mi tierra hubiera significado sobre todo alejarme de mi madre, de quien siempre estuve cerca, no solo porque la necesitaba, sino porque su compañía me hacía sentir dichoso. Ahora es ella quien se ha ido a un mejor lugar, yo sigo aquí y es por eso que vuelvo a sacer estos sueños del baúl. Quién sabe...
¿Nevó mucho en Monterrey? ¿Sacaste tú la foto?
ResponderBorrarLa tormenta que empezó en el norte de México, y causó tanto sufrimiento y hasta muertos en Texas, continuó hasta aquí en Ohio. Nevó bastante aquí, pero no es nada extraño una tormenta de nieve por aquí.
Después de un año de no viajar, estoy listo para salir de aquí. En marzo recibo la segunda dosis de la vacuna, y en abril regreso a CDMX para estar con mi familia mexicana.
Hola, Bill, lamento la confusión... no tenía una foto a la mano y utilicé esta, es el vehículo de un amigo que vive cerca de Memphis. Aquí en Monterrey solo hubo una ligera escarcha que acabó con muchas de mis plantas y también con las ramas de los árboles en toda la ciudad. En Monterrey nevó por última (¿única?) vez en 1967. Me da mucho gusto que ya casi estás listo para regresar a ver a tu familia en México... después de un año debes estar súper impaciente.
BorrarHombre, ¿es el capitalismo desenfrenado que obliga a la genta vivir en autos? ¿De verdad valdrá la pena?
ResponderBorrarAlgo hay de eso... en algunas ciudades el costo de las viviendas se ha disparado a niveles ridículos que la gente ya no puede pagarlo. Está el caso de una zona de Los Ángeles, donde la gente vive en carpas instaladas en las aceras. Y por supuesto, el terrible hacinamiento de quienes viven en cubículos infames en ciertas áreas de Hong Kong.
ResponderBorrarQué pasó bibis, ¿cómo anda todo?
ResponderBorrar¡Hola, Alexander! Ha sido un poco como montaña rusa, pero dentro de lo que cabe todo bien... gracias, ya me pongo al corriente, saludos.
Borrar