lunes, junio 23, 2008

Mi Muerte es Inevitable


He estado pensando en la Catrina, la Huesuda, la Calaca. No, no es que esté enfermo de gravedad (que yo sepa). Sucede que el tema de la meditación del sábado pasado fue la muerte, y el objetivo era hacernos conscientes de que es lo único seguro que tenemos, que nuestra vida es frágil y en cualquier momento puede ocurrir. Es por ello que debemos pensar qué estamos haciendo con nuestra existencia, en qué nos ocupamos; hace falta ponerse a analizar a qué cosas les damos importancia en nuestra vida actual, y si le seguiríamos dando la misma importancia si supiéramos con certeza que vamos a morir en una semana.
La verdad es que nos creemos eternos, y por eso cuesta trabajo asimilar el hecho de que en cualquier momento podemos “estirar la pata”.
Recordé que hace algún tiempo, en una de esas conferencias carísimas de dos días en las que el objetivo es cambiar todos nuestros pensamientos y actitudes para ser más felices, (pero no se logra), una de las dinámicas trató de que imagináramos que íbamos en un avión que iba a desplomarse en 10 minutos. Debíamos imaginar que sólo teníamos 10 minutos más de vida, y ponernos a escribir una carta que quedaría para la posteridad.
La creatividad fluyó. Hubo cartas de reconciliación entre hermanos, perdones solicitados u otorgados, confesiones de amor, consejos, aclaraciones, pero sobre todo, casi todo el mundo utilizó sus líneas para expresar su amor a sus seres más queridos. Hubo muchas lágrimas, mucha emoción cuando algunos leyeron sus cartas.
Ciertamente, esta es una buena reflexión. De pronto, al pensar en que quizás no estemos en este mundo el día de mañana, hay tantas cosas que pierden importancia. Enojarme porque no avanza la fila de vehículos, molestarme por algún comentario irritante, comprar esa loción tan cara, dedicar tiempo a personas que no aportan nada bueno a mi vida, pasar más tiempo aseando la casa que conviviendo con las personas que son importantes y queridas para mí, Qué banal parece casi todo.
Y las cosas verdaderamente importantes son tan pocas. Sólo dedicar mi tiempo a las personas que son verdaderamente importantes, nada de reuniones “por compromiso”. Dejar que la mugre se acumule un poco. Hacer las cosas que me producen verdadero placer y nutren mi vida al mismo tiempo: cantar, sembrar plantas, meditar, platicar mucho, escuchar música, leer, viajar, convivir con mi familia, comer helado, bailar, aprender, aconsejar, amar.
¿Tú que harías si tuvieras la certeza de que sólo te queda una semana de vida?

Aguas Calientes

Ayer disfruté un paseo largamente esperado: visitar las aguas termales que están por el rumbo de García, N.L. Bueno, eso creía yo, la verdad es que están en territorio de Coahuila, municipio de Ramos Arizpe. Mi mamá se había quedado en mi casa el sábado por la noche, y el domingo temprano preparamos un chop suey para desayunar, luego estuvimos en La Huasteca y de ahí enfilamos rumbo a las aguas termales. Un largo camino, de verdad.
Lo primero que conocimos fue el lugar que se llama San Joaquín, con instalaciones muy elegantes y limpias, una maravilla que después iré a conocer. Sin embargo, no pudimos entrar porque:
1.- Mamá no llevaba traje de baño
2-. Le negaron la entrada al Honolable Vaquelo

Afortunadamente Alma me había comentado que había otros baños rústicos a unos cuantos metros, en el poblado La Azufrosa, y hacia allá nos dirigimos. Aquí las reglas eran menos estrictas, mamá podía entrar al agua vestida con short y blusa, y el Honolable Vaquelo era bien recibido siempre y cuando se abstuviera de andar mordiendo a la gente y dejando su huella por los rincones. La cuota de entrada era más económica que en San Joaquín, pero las instalaciones no estaban tan elegantes y limpias, obviamente. Esto era literalmente un “baño de pueblo”, pero bueno, si de por sí estas aguas son rete apestosas.
Así que ya cambiado nos metimos poco a poco al agua, que estaba a más de 40 grados centígrados. Para mí, deliciosa, me encanta el agua caliente. Es un baño muy relajante, y según leí en un letrero tiene muchos beneficios, sobre todo para aliviar la tensión muscular y dolores en las articulaciones, espero que le haga bien a mamá pues a veces se queja de que le duelen las rodillas. Tenía tantas ganas de quedarme ahí durante largos minutos, pero la señora de la entrada me advirtió que personas mayores como mamá sólo podían permanecer dentro del agua unos 8 minutos máximo, y como casi no soy aprensivo, a los 5 minutos ya le estaba apurando a mamá que nos saliéramos. Ella tan contenta, quería quedarse más tiempo en el agua igual que yo, pero ni hablar, nos salíamos a descansar un momento. Se veía tan contenta, que me ponía feliz de sólo verla. Entramos otras dos veces con sus respectivos descansos, luego una modesta comida en el restaurantito del lugar y de regreso a Manhattan, cansado pero muy contentos del paseo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Share Your Thoughts