viernes, enero 09, 2009

Je l'aime à mourir

"... elle vit de son mieux
son rêve d'opaline
elle danse au milieu
des forêts qu'elle dessine
je l'aime à mourir..."

Je l'aime à mourir (Francis Cabrel)

Mis hermanos no me dijeron lo que había ocurrido dos días antes, no sé por qué. Desde que me enteré estuve impaciente todo el día. Tenía que ir a verla. Tras un trayecto en camión y un encuentro desafortunado con un hombre intoxicado que me abordó para exigirme dinero, llego a su casa, donde ya dormía.
Dudé en despertarla. Tal vez debería dejarla descansar. Sin embargo, me era preciso verla y saber que estaba bien.
Sus ojos me miran, con oscuros círculos alrededor que hablan de la caída. Como sin darle importancia, me platica que esa mañana estaba de pie tras haber apagado el televisor, cuando la acometió un fuerte estornudo que la hizo perder el equilibrio. Al desvanecerse, su cara golpeó contra la pared y luego cayó al piso.
Su voz es normal, parece realmente como si nada hubiera pasado, pero su rostro amoratado lo desmiente. Habla de otros temas, otras historias, pero yo apenas la escucho. Pienso en que no debería estar sola. Pienso en qué podría hacer yo para que no esté sola. La solución no es tan fácil. ¿O sí?
Un poco más de ocho décadas ha vivido ya. Recia. Reacia. Se rehusa a abandonar esa casa en la que ha habitado durante los últimos 38 años, a pesar de que varias de sus hijas insisten en llevarla a vivir con ellas. Hemos respetado su voluntad, pero el caso es que ya no es tan fuerte como siempre fue. No debió estar sola antes, y no debería estar sola ahora.
Es preciso hacer un cambio.
Ahí sentado en el sillón, junto a ella, ceno los tamales de frijoles que compré minutos antes. Ella me pide uno, con gusto se lo doy.
Mientras habla, sigo pensando, pensando. No dejo de pensar. Es irónico. Considero la idea de quedarme a dormir junto a ella, pero sin saber exactamente por qué, no puedo hacerlo. Los perros se quedarán sin cenar y sin desayunar. No tengo ropa limpia para mañana. No traje ningún libro que leer antes de dormir. A la mañana siguiente será un difícil y largo trayecto al trabajo, en camión... son pretextos. En el fondo sé que, al igual que ella, a quien me parezco tanto, me rehuso a estar en otra casa que no es la mía.
La abrazo, le doy un beso y me despido, de regreso hasta el otro lado de la ciudad. Sigo pensando, pensando.

1 comentario:

  1. Me preocupe por la bisabuela,me quede pensando todo lo que he convivido con ella,ojala que nos dure muchos años mas,aunque no le tengo rencor por las regañadas que me daba cuando estaba pequeña, jaja..
    Lastima que ya no visitaremos a la bisabuela en esa casa,la extrañaré y creo que mi mama,mi abuela y mi hermana tambien extrañaremos las visitas en esa casa,todas las vivencias y como olvidar el patio que siempre era extraño estar ahi,al menos para mi,me sentia rara,con ese cuarto que siempre estaba cerrado y todas las macetas que estaban en el patio,y las tortugas casi siempre escondidas,y si nos brincabamos nos regañaba porque le ibamos a quebrar sus matas,jajaja..

    extrañaré esa casa...

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