lunes, marzo 23, 2009

Equinoccio 2009 en Zacatecas: Desde lo Alto de la Pirámide a las Entrañas de la Tierra

Completamente cargado de energía, satisfecho y con una miríada de bellos recuerdos he regresado de mi viaje a Zacatecas.
Con la helada mañana llegué el sábado a Zacatecas, y tras una hora de espera me subí al camión que me llevaría a Villanueva. Lo primero que hice al arribar fue mitigar el frío y el hambre degustando en el mercado un rico menudo y grandes, sabrosas tortillas hechas a mano; sólo me faltó un buen café. Luego recorrí sus calles empedradas, avancé por Libertad mientras los recuerdos acudían a mi mente, pasé por la casa que fue de mi abuelo, y al dar la vuelta a la esquina me encontré con el río, que tanta significación tiene.
Regresé a la plaza y abordé un autobús hacia el sitio arqueológico de Chicomostoc. No recuerdo haberlo visitado anteriormente, así que fue una experiencia que disfruté enormemente. Fue tan grata que casi ni sentí el cansancio al recorrer todo el lugar y ascender casi hasta la cima, desde donde aprecié la vista del hermoso valle rodeado de cerros, bajo un sol esplendoroso y el viento en libertad absoluta. Pasé unos minutos meditando en dichosa comunión con mi entorno.
En el área del Juego de Pelota, cerca de la Pirámide Votiva que da exactamente al norte (verificado con la brújula que me gusta cargar en mis viajes), se llevó a cabo una ceremonia que heredamos de nuestros antepasados, para recargarnos de energía en este día tan especial. Quienes nos encontrábamos ahí reunidos realizamos una ofrenda a los 4 elementos: fuego, aire, agua y tierra.
Sintiéndome pleno y feliz, emprendí el regreso a Villanueva para visitar el camposanto. Bajo un sol de fuego pasé más de una hora tratando de localizar el sitio exacto donde reposan los restos de mi padre. Empleé la tecnología del teléfono celular para pedirle instrucciones a mi hermana Carmen. También traté de recordar dónde me indicó mi tío Félix aquella vez que de la mano me condujo hacia la tumba, pero me fue imposible dar con ella. Cerré los ojos y con mi pensamiento dirigí unas palabras a mi padre.
Decidí instalarme en un hotel, ahí mismo en Villanueva. Apenas descansé un poco y me fui caminando hacia el Jardín Benito Juárez, recordando esa última visita en la que, sentados en las mismas bancas, escuchábamos a mi tío contar anécdotas de su niñez y también uno que otro chiste colorado.
Proseguí hacia la casa del "Maistro" Chelino y su esposa Mercedes, quienes tan gentiles han sido con mi familia todas las veces que hemos visitado este pueblo. Igual que en la mañana, la casa lucía desierta, así que tuve que regresar apresuradamente, bajo una sorpresiva lluvia de primavera que disfruté como niño.

Temazcal

Cuando iba llegando al pueblo vi un letrero que anunciaba un temazcal, así que me comuniqué al teléfono (499) 100-3443 para pedir información sobre cómo llegar, con tan buena suerte que el propietario se ofreció a pasar por mí y conducirme en su auto al lugar.
Al llegar, no me esperaba una sorpresa tan agradable, que superó completamente mis expectativas. A un extremo del patio que luce una variedad de plantas, se encuentra una pila llena de agua casi hasta el borde, la cual es bombeada por un molino de viento. Del otro lado se encuentran los baños y unos sencillos vestidores. Al centro, el temazcal, una construcción circular hecha de ladrillos.
Empujo la puerta y me recibe una oleada de calor. Sentado en un banquito, empiezo a sudar inmediatamente; al centro del temazcal se encuentran las ardientes piedras, que exhalan nubes de vapor medicinal cuando le vaciamos el agua de hierbas. Escucho una música sedante y me entrego a la sensación placentera de este otro ritual de purificación, herencia de mis antepasados, hasta que siento sofocarme. Entonces salgo y jalo la cadena de la ducha que se encuentra justo afuera, de donde sale agua tan helada que me hace dar saltos. Me aconsejan meterme en la pila y no lo pienso dos veces. Pero, ay sorpresa, el agua estaba heladísima.
Así estuve por poco más de una hora, entrando y saliendo del temazcal, sometiendo a mi cuerpo a estos choques térmicos que espero me hagan mucho bien.
Al salir, pasé unos minutos a visitar a mi primo hermano José Luis, quien vive a pocas cuadras del temazcal. Apenas nos conocemos, pues nos hemos visto escasas veces, pero durante la breve plática ambos nos sentimos a gusto al reconocernos como familia.
Antes de llegar al hotel, busco un lugar donde poder disfrutar un café y pan, pero es inútil, pues allí sólo encuentras tacos y gorditas. No habiendo más remedio, me despacho una orden de tacos de carne adobada (le agregan frijoles de la olla), mientras veo como hombres y mujeres jóvenes dan vueltas y vueltas a la plaza, montados en sus carros, bebiendo cerveza y con la música a todo volumen. Lastimosamente, es su única diversión.
Me siento fatigado, con un cansancio rico, como cuando uno va al mar. Esa noche dormí como un bendito.

La mina y el teleférico

El domingo me levanto muy temprano y abordo un autobús con rumbo a Zacatecas. Mirando a través de la ventanilla, me despido cariñosamente de Villanueva, sin poderle decir cuándo nos volveremos a ver. Una vez en la hermosa ciudad colonial, disfruto un estupendo desayuno con ¡café! y posteriormente me lanzo a las calles para hacer un recorrido relámpago.
Admiré la hermosa fachada de la Catedral, curiosée en sus tiendas de platería y también atestigüe la reconstrucción del Ex-templo de San Agustín . Luego descendí a las entrañas de la tierra en mi visita a la Mina El Edén. Fue una maravillosa experiencia estar a 320 metros bajo la superficie, entre corrientes de aire frío y una densa oscuridad mitigada por las luces modernas. Mientras el guía explica, trato de imaginar las duras condiciones de esos valientes mineros, arrancando el mineral en las condiciones más precarias e iluminándose apenas con velas y lámparas de aceite. Escuché que algunos de ellos empezaban su dura labor a una edad muy tierna, y que para los 30 años se jubilaban porque su cuerpo estaba fatigado al extremo debido al rudo trabajo y a las condiciones terribles de éste.
Salí a la superficie, bajo la cegadora luz del sol, y apenas a 100 metros compré en una taquilla mi boleto para subirme al teleférico. Las dos o tres veces que había ido a Zacatecas había visto frustrada esta experiencia, debido a que el equipo no puede operar si hay mucho viento o si llueve, pero hoy sí iba a ser posible en vista de las magníficas condiciones.
Me subo a la cabina y mi respiración empieza a acelerarse al observar hacia donde nos dirigimos: el famoso Cerro de la Bufa, un trayecto de unos 600 metros suspendidos de un cable y con la ciudad a nuestros pies. La vista es magnífica y creo que la hubiera disfrutado más, si no fuera tan nervioso y si el conductor no hubiera hecho sus necias bromas sobre el riesgo de una caída.
En pocos minutos llegué al cerro y descendí del teleférico. Ya cumplí por fin mi deseo de viajar en él y ahora no quiero volver... ni la vista, así que en vez de tomarlo de regreso busqué rápidamente un taxi, que se fue recorriendo hacia abajo el cerro y me llevó nuevamente al centro. Ahí recogí la maleta que había dejado guardada y apresuradamente subí a otro taxi, apenas llegué a tiempo para abordar el autobús.
Luego de 7 horas, durante las cuales pude avanzar en la lectura de Autobiografía de un Yogui, nuevamente me encuentro en Monterrey. Qué dichoso paseo, breve pero muy gratificante. Una vez en casa y mientras me baño, pienso cómo me encantan estos viajes relámpago en los que desayuno en una ciudad, como en otra y finalmente me dispongo a dormir en una más: mi ciudad.

4 comentarios:

  1. Hola bibis!!

    antes que nada te agradesco te hayas pasado pro mi blog hace un tiempo, andaba ausente pro una anemia que casi me mata, pero ya estoy de regreso y con mas fuerza que nunca, esta padre tu blog y que fotos hermano!!!

    bueno espero seguirte leyendo por aca y por alla en mi blog.

    te dejo un abrazo desde Veracruz.

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  2. Ya te agregue al blogroll, para seguirnos de cerca

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  3. ZACATECAS me encanta bibis espero hayas disfrutado tanto como yo lo he hecho a ver cuando te das una vuelta por aca.

    un abrazo

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  4. Que cosa mas padre, que bueno que pudiste viajar al lugar de tu abuelo, ora si te aventaste un post largototote, pero te prometo que si lo lei todo, gracias por tus visitas, ya no me salen pop ups, descargue el firefox.
    Un abrazo

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