lunes, mayo 24, 2010

"Aquí Trabajo"

No reconocí su voz, me dijo su nombre, pero por alguna razón quise pensar que era otro de mis sobrinos que se llama igual. "¿Dónde estás?".
Cuando pensé en lo estúpido de mi pregunta era demasiado tarde. "Estoy encerrado, tío", me dijo. Utilizaba sus escasos minutos de uso de teléfono para hacer contacto con su familia, escuchar una voz querida.
Y al escuchar yo la suya, recordé que ya había pospuesto demasiado mi visita. El día siguiente, domingo, lo tenía ya asignado para avanzar el mega-proyecto de traducción y no podía sacarle la vuelta; el próximo domingo, un seminario. Y el siguiente, algún otro compromiso. ¿Cuándo podría ir?
Amaneció el domingo, y después de mis ejercicios y un almuerzo ligero, me senté frente a la computadora y empecé a traducir. Pero no podía avanzar tan rápido como deseaba. Mi mente estaba inquieta. Finalmente me decidí, apagué la computadora, me bañé rápido y salí de mi casa, es un viaje algo largo.
Llego a las rejas y un grupo de hombres revisa todos los rincones de mi auto, mientras espero nervioso. Me dejan avanzar y llego a la entrada, mientras lleno un formulario llegaron otros dos sobrinos míos, si nos hubiéramos puesto de acuerdo no hubiéramos coincidido.
Nos entrevistan para corroborar los datos. A mí me dicen que no puedo entrar con camiseta negra, me cambio, nos revisan y finalmente avanzamos por un corredor interminable, bajamos y subimos escaleras, otros dos o tres puntos de revisión y llegamos a un gran patio donde se encuentran los internos con sus familias. No lo veo entre tanta gente. Pero él nos ve y viene hacia nosotros.
Este muchacho ya es un hombre, aunque su sonrisa siga siendo infantil, con esos ojos limpios y claros; cumplió sus 30 años en prisión. Su discurso es diferente, ahora habla de procesos, de abogados, de amparos. Reconoce que le sobraron consejos y advertencias, pero que no hizo caso y por eso ahora está aquí. Yo puedo ver que le faltó mucho cariño. Se metió en las drogas y luego en robos para sostener el vicio.
"Si hubiera pedido trabajo me lo darían. Tan fácil que hubiera sido agarrar un camión y trabajar (como chofer de reparto)", recordó.
Sabe que algunos miembros de nuestro clan no se han acercado a visitarlo. "Pero yo lo entiendo, el único que tiene la culpa de que esté aquí soy yo".
"¿Qué quieres hacer cuando salgas?", le pregunté, tomándolo totalmente por sorpresa. Al principio no supo qué contestar, después me dijo que quiere ponerse a trabajar inmediatamente, para darle estudio a su hija, quien ya tiene 10 años. "Ya dentro de poco va a ser su fiesta de quince años", dice.
Nos platicó que recién que lo encerraron ella fue a verlo junto con su mamá, tenía 7 años. Quiso engañarla cuando le preguntó que hacía ahí. "Aquí trabajo". Pero no lo consiguió, ella veía a los policías y sabía lo que pasaba sin que nadie se lo dijera.
El tiempo pasó rápidamente para mí. Sin darme cuenta había terminado la hora de visita, ya toda la gente se iba. Nos acompañó hasta cierto punto y luego avanzamos solos. Recorremos un pasillo totalmente enrejado, sin saber qué decir.
De pronto reaparece del otro lado de las rejas, con esa gran sonrisa. Caminamos y hablamos, qué extraño se siente esto, tan cerca y tan lejos, no poderlo abrazar otra vez. Me pregunta por su abuelita, le digo que está bien. Mamá siempre ha tenido una especial predilección por él, a pesar de los pesares, y él la adora. Ya vamos rumbo a la salida, y los ordenanzas le indican a él y a los demás internos que ya es hora de irse a sus ambulatorios. Se despide y se aleja sonriendo, siempre sonriendo. Con una sonrisa triste.

5 comentarios:

  1. Ojalá que tu sobrino haya aprendido la lección, es muy difícil estar en la cárcel y más cuando se tienen pequeños.



    Besos.

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  2. Tu relato me hizo adentrarme a ese lugar, triste realmente triste.

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  3. Chale Tinisimo la vida es así, uno tiene más elecciones y consecuencias que uno simplemente no ve venir aunque para todos sea evidente.

    Creo que todos tenemos la oportunidad de cambiar, lo malo es que los centros penitenciarios sirven de universidades del crimen y desgraciadamente la sociedad falla en darle empleos dignos a los exconvictos, quieren que ya no hagan dagas pero no les dan trabajo.

    Mis mejores deseos y ojala esta experiencia le permita trascender y hacer algo más chido de su vida,

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  4. Recuerdo una tarde de invierno, el viento soplaba frío y esperabamos que pasaran lista, era necesario para que nosotros los visitantes pudieramos salir...
    En otra ocasión, fui como parte de un conjunto musical a tocar para los presos... debieras haber visto las caras de santo que poníamos cuando ellos se acercaban a nosotros...

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  5. Pense que ya te habia opinado en este escrito, me dio tristeza el mismo, pero que bien que ya sabe que lo que hizo no estuvo bien, que cuando salga busque almo mejor en su vida para que su hija se sienta orgullosa de el.
    Un abrazo

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