lunes, octubre 29, 2012

Desde Mi Cielo

A veces esta casa tan pequeña me parece enorme y vacía. Se hace tarde y no me animo a meterme a mi recámara, pues me siento aún más aislado y solitario. Así que, buscando sentirme mejor, coloco unas cobijas y una almohada sobre el sofá, y poco a poco voy atiborrando la mesita de noche de todas las cosas que me son necesarias: un libro, mis anteojos, la computadora, el teléfono, un vaso de agua, alguna pastilla. El espacio es mínimo, pero aún así Chucho hace malabares para dormir junto a mí. El respaldo del sofá me hace sentir abrazado, y las pequeñas cosas que constituyen mi universo inmediato me dan comodidad y seguridad. Hoy fui a trabajar por primera vez después de una semana, pero me vine temprano; me sentía bien, pero mis compañeros me hicieron ver que sería mejor que siguiera reposando lo más posible. Y al llegar a mi casa, me dediqué a poner orden en la cocina y luego a ver la película "Desde Mi Cielo", con la cual tenía una cita largamente pospuesta. Anocheció, y luego terminó la película. Doy un repaso rápido al Facebook y me entero que una querida amiga sufrió un aborto, después de un corto embarazo de alto riesgo. Lo lamento mucho. Sabía que toda la semana pasada estuvo en reposo en su casa, y precisamente ayer al salir de la iglesia se me ocurrió ir a visitarla, pero como no vi su coche en la entrada me di la vuelta sin llegar. Más tarde me enteré que sí estaba ahí y que había prestado su coche a un familiar. No sé qué debe hacer. No quisiera llamarla por teléfono, y no puedo trasladarme a donde ella está porque también debo guardar reposo yo mismo, además de que me inquieta manejar de noche en esta ciudad. Pero mañana iré a buscarla para darle mi abrazo. Hago un par de llamadas a mis amigos, y luego me pongo a cenar. Y me siento tan solo. Esto no es ninguna novedad, pero es que hasta hace poco estuve acompañado y hoy estoy nuevamente solo. Y sé que la razón de que esté solo es una serie de decisiones que fui tomando con el tiempo, una y luego otra, hasta formar una maraña que no sé dónde empieza y dónde acaba. No estoy buscando que alguien me dé una respuesta, y tampoco estoy tirando en el piso llorando y lamentándome. Estoy bien. Estoy observando simplemente. Estoy observando que esta situación no me gusta y no me hace sentir feliz, y deseo ir tomando nuevas decisiones, una y luego otra, y otra más, que me lleven a sentirme mejor y a no estar más solo.

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