miércoles, junio 19, 2013

Perdido en el Ciberespacio

Resulta que el lunes pasado escribí dos textos que pensaba publicar en este blog; no publiqué directamente porque en mi trabajo no es posible abrir la página de edición del blog. Según mis recuerdos, los escribí en un documento de Word, luego corté todo el texto y lo pegué en el cuerpo de un correo enviado a mi cuenta personal. Hecho esto decidí no grabar ni conservar el documento de Word, pues estaba utilizando la computadora de la oficina.
Anoche abrí mi correo con la intención de tomar los textos y publicarlos en el blog, pero no los pude encontrar. Todavía esta mañana, en la oficina, he buscado por todas partes y no aparecen. Ni en la computadora, ni en la carpeta temporal, ni en los buzones de mi correo de trabajo y personal… parecería que se los comió la tierra o el espacio cibernético.
No pude haberlo soñado, recuerdo que escribí uno sobre los autos Chevrolet, y otro sobre mi reencuentro con Jesús, un querido amigo de mi juventud; este último había quedado muy bonito, y ahora debo esperar a que venga nuevamente la inspiración para volver a escribirlo.
Bueno, ya ni modo.

PS Un rato después de que escribí esto, inicié mi computadora personal y me dispuse a traducir utilizando la herramienta de traducción Trados. Introduje una memoria USB y le di indicaciones al software para que jalara un documento de Word que había grabado previamente en ésta. Pasaron algunos segundos, por alguna razón no lo podía jalar, asi que aborté el proceso y me puse a revisar el contenido de la USB.
Me horroricé: pues no sé cómo pero se borró TODO. Todas las traducciones que he hecho desde hace varios meses, glosarios, etc. Todo intento de recuperarlo fue inútil. Otra vez, ni modo.

Luego fui a la agencia Chevrolet para recoger mi auto, que había ido a una revisión, y dejé por ahí olvidada mi lonchera con mis muy queridos contenedores de vidrio. ¡Me lleva! Creo que ando muy estresado y distraído; definitivamente debo tranquilizarme. Todo se debe a unas pequeñas fallas que ha presentado el carro, que posiblemente sean un poco costosas de reparar. ¿Quién me manda no entender que no existe la perfección?
Ya he reflexionado que gracias a Dios tengo vida, mis seres queridos están bien, tengo salud, trabajo, y posibilidades de recuperar el dinero que tenga que invertir, esforzándome un poco más. Pero todavía me cuesta un poco de trabajo tranquilizarme, lo seguiré intentando. Quizá es que no contaba con ello. Pero qué buena oportunidad para practicar la ecuanimidad. Dalay.

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