Con plantas que me ha regalado mi mamá y otras que hemos comprado
en los viveros, el pequeño jardín de la parte delantera de la casa se ha
convertido en una pequeña selva: hay un rosal, una nochebuena, varios jazmines,
un tulipán, una planta de chile, dos enredaderas con flores y otras dos sin
flores; gardenias, petunias y otras flores cuyo nombre desconozco.
He pensado guiar las enredaderas con flores que escogió
Rodolfo para que formen una bonita enramada que le dé sombra a la cochera; me
parece una solución más amigable y fresca que construir un techo de concreto o
instalar uno de lámina.
En una maceta tengo una planta de aguacate, la cual pienso
trasplantar más adelante al parque de la colonia, el cual por cierto recientemente
recibió una manita de gato y ahora es punto de reunión a todas horas de
personas que se ejercitan trotando, corriendo, bailando zumba o practicando
fútbol en la muy peleada cancha con pasto artificial. Pero lo que más me gusta
son los árboles: retamas, anacahuitas, sauces, encinos y otros.
Volviendo a mi jardín, también tengo un nogal pequeño que
sigue creciendo; mi hermana Lola dice que me va a tumbar la casa… yo no sé
realmente qué hacer, posiblemente también será necesario trasplantarlo más
adelante, pero por lo pronto me encanta verlo crecer.
En la banqueta hay tres cajetes; en los dos de los extremos hace
tres años sembré anacahuitas, las cuales fueron creciendo de manera muy salvaje
y con un aspecto nada estético, que no lograba corregir por más esfuerzos que
hacía; pero finalmente obtuve mi recompensa y desde hace algunas semanas ya
empezaron a crecer en forma más erguida y con unos pocos recortes lucen mucho
mejor; eso sí, casi todo el año regalan esas florecitas blancas que son las
representativas del estado de Nuevo León.
En el cajete del medio había un rosal que me regaló el
vecino de enfrente, pero siempre estuvo muy triste; hace poco lo trasplanté en
el micro jardín del patio y floreció con mucho brío. Y en su lugar puse una
planta que me regaló mi mamá y cuyo
nombre ignoraba; ahora sé que se llama ficus lira o pandurata (ficus lyrata
warb) y que puede alcanzar una gran altura.
Aunque Rodolfo es quien ha cavado los pozos, sembrado y
cuidado la mayoría de las plantas, yo también me he contagiado de este gusto,
así que instalé una maceta colgante con un helecho a la entrada de la casa, y
como por el momento no puedo instalar el techo verde que me encantaría tener (porque
la inversión es costosa), se me ocurrió que por lo pronto podemos ir poniendo
plantas en macetas. Y para empezar la semana pasada puse una bugambilia. ¡Qué
vista tan bonita y sorprendente, una bugambilia en el techo, su silueta recortada
contra la imponente montaña!
Tanto me gustó que ayer fui a comprar otra bugambilia… por
lo pronto la tendré en la entrada de la casa, pero ya que crezca más también se
irá al techo, al fin que aguanta mucho sol.
Ya he mencionado antes que en mi pequeño patio dejé un
pequeño espacio de unos 7 metros por 40 centímetros sin pavimentar, hace muchos
años, con la idea de poner algunas plantas. Muchas no prosperaron, pero actualmente
tengo una anacahuita preciosa que creció tanto que ahora su sombra cubre la
mitad del patio y parte de una de las recámaras. También hay un naranjo que me
vendió el padre de mi amiga Narcedalia, un limonero que la vecina de la esquina
había tirado a la basura, una planta de chile, el rosal, una planta que llaman teresita
(catharanthus roseus), y otra que mi mamá le nombra coyol (canna indica), pero
según Wikipedia “En México se le conoce como acaxóchitl y papantla”.
Por las mañanas, todavía acostado, me gusta ver a través de
la ventana de la recámara esa profusión de hojas, verdor por todas partes,
algunas mariposas y el canto de los pájaros que se posan en las ramas de la
anacahuita. Mi ritual es levantarme, colocarme bajo este arbusto y dar gracias
por un nuevo día. Y últimamente, observo cómo una rama de naranjo y otra de
limonero van creciendo lentamente, acercándose la una a la otra, como dos
amantes … ya casi se tocan.
Si, como dice mi terapeuta Bugs Bunny, mi casa es mi vida,
entonces mi vida es ahora más verde, más florida, más fragante y más viva que
nunca…
Eso es algo que no me gusta mucho de MTY es una ciudad muy poco verde, que bueno que tu contribuyas al cambio.
ResponderBorrarNi cómo contradecirte... tienes toda la razón. Sin embargo, debo decirte que se están empezando a notar muchos cambios en este sentido, cuyos efectos serán evidentes en unos meses o años. Cada vez más la gente se preocupa por tener plantas y sembrar árboles, las famosas Ferias de las Flores itinerantes antes venían ocasionalmente, ahora se quedan por meses y vienen varias veces al año. Yo también deseo un Monterrey más verde.
ResponderBorrarfijate compadre que tenia una bugambilia muy grande y muy bonita, pero un mal día una ex se pico con una de sus ramas y la muy jija la corto, y yo no dije nada, snif.
ResponderBorrarahora pienso que si no la hubiera cortado, taparia casi todo el patio de mi casa.
saludos...