miércoles, octubre 16, 2013

Conversaciones Difíciles



Por diversos motivos que no he terminado de explorar en su totalidad, en mis interacciones sociales a mí se me da más escribir que hablar. Eso es un hecho y para muestra basta este blog.
Casi siempre se me ha dificultado tener una confrontación verbal, especialmente cuando supongo que lo que tengo que decir va a lastimar de algún modo a los demás, cuando creo que se van a enojar conmigo. Antes que nada, hay que clarificar que confrontación es simplemente un diálogo en el que dos partes presentan sus puntos de vista, que son totalmente opuestos, sobre un tema en particular.
En estos casos, no encuentro las palabras correctas, el tono correcto, la ocasión correcta… así que con más frecuencia de la que me gustaría, evado la confrontación y la retraso lo más que puedo. Evito decir lo que me molesta, criticar alguna acción que me perjudica directamente, informar que ya no quiero hacer algo que antes hacía.
Sin embargo, llega un momento en que no se puede aplazar y, en lugar de llevar a cabo un intercambio verbal asertivo, consciente, considerado y educado, se presenta una violenta discusión que, al servir como escape de enojos y ansiedades acumuladas, provoca un gran malestar y sentimientos lastimados en ambas partes.
He lamentado mucho esta incapacidad mía, sobre todo últimamente que se han presentado situaciones difíciles con mi familia, un amigo y un compañero de trabajo. Como soy (o me considero) incapaz de solucionarlos de una manera asertiva, sencillamente he evitado toda comunicación con las personas involucradas.
No está nada bien, lo sé, pero me agobiaron tanto las cuestiones que, por salud mental, fue el recurso más sano que pude encontrar.
Hace días acudí a una librería a curiosear un poco, y de entre todos los libros hubo uno que llamó instantánea y poderosamente mi atención: “Conversaciones Difíciles”, de Anne Dickson. Lo tomé, lo hojeé, me gustó, lo volví a dejar en su lugar, pensando en su precio, un poco caro. Di otra vuelta por los anaqueles, y regresé a este libro, fue algo más fuerte que mi voluntad. Me atrajo como imán.
No lo compré en esa ocasión. El fin de semana pasado fui a la Feria del Libro, esperando encontrarlo a un precio más reducido, pero no fue así, ni siquiera lo tenían. De modo que ayer regresé a la librería y cedí a la atracción irresistible que sentí desde que lo vi: ese libro era para mí.
Apenas lo voy empezando a leer, en mis pocos ratos libres, pero espero que me ilumine bien el camino para empezar a poner los puntos sobre las íes, en estos asuntos que tengo pendientes y otros que se presenten. Se ve muy bueno, espero tener la mente lista para captar el mensaje y aprovechar los conocimientos que transmite esta experimentada sicóloga con gran experiencia en habilidades de comunicación y gestión emocional.

3 comentarios:

  1. Hay Tino que te digo, yo tampoco soy bueno en ello, soy muy mal pelionero.

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  2. Soy bien imprudente, mi bocota,siempre me bocota...y luego el arrepentimiento...
    tiene que haber un punto medio!!
    besito

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  3. Que raro a mi me pareces muy acertivo, no creo que tu forma de actuar sea diferente de tu forma de escribir, pues tienen la misma fuente, quiza la contraparte es la problematica. Bueno quiza se el modo de aproximacion. Cuando a mi me tratan de enredar en rollos, me calmo y de manera calmada solo les pregunto de una manera muy firme, bueno, y que quieres? y solo les contesto si puedo o no puedo y se acabo. La mayoria de las veces no saben que quieren.

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