Hace un par
de semanas leí en un diario que observadores internacionales están sorprendidos
de que no se haya producido un estallido social en México, con tantos problemas
que hemos tenido que soportar los mexicanos: una crisis de inseguridad que
parece no tener fin, delitos de alto y bajo impacto que quedan impunes,
aumentos mensuales al precio de la gasolina, conflictos de los maestros sin
resolver, entre otros, además de las pesadas cargas fiscales que supone la
reforma hacendaria planteada por el presidente y ya aprobada el último día de
octubre.
Sobre esto
último no sé mucho, pero todos los días aparecen en el periódico noticias de
empresarios que opinan que tendrán que cerrar sus negocios, especialmente
maquiladoras, y consecuentemente dejar sin empleo a muchas personas, porque al
aprobarse dicha reforma los altos impuestos que tendrían que pagar harían
totalmente incosteable e imposible la operación de su negocio.
Y todo
esto, la gran mayoría de los mexicanos lo soportamos sin protestar. ¿Somos
estoicos o somos estúpidos?
José Ángel
Méndez, profesor investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Colima, advierte que ante la situación de violencia, existe el riesgo de un
estallido social, además de paramilitarismo, y, en un caso muy extremo, una
guerra civil. Quienes viajan a lo largo y ancho del País, como el escritor,
orador y columnista editorial Armando Fuentes Aguirre, “Catón”, atestiguan que
los mexicanos están “exasperados” con el alza a los impuestos que afectan a
ricos y pobres por igual.
En Torreón
se han unido los restaurantes para cerrar sus puertas ante la falta de
seguridad. No es noticia que empresarios laguneros han tenido que abandonar su
terruño desde hace años, para salvaguardar su vida. Mucha gente de Monterrey ha
dejado de viajar a Laredo o McAllen, Texas por carretera, por temor a ser
asaltados o secuestrados a su paso por Nuevo Laredo, Matamoros y otras ciudades
de Tamaulipas.
Y apenas la
semana pasada, Michoacán se convirtió en una zona de desastre, pero no por los
embates de algún huracán o terremoto, sino por la ola de ataques por parte de
hombres armados que incendiaron gasolineras y más de una decena de
subestaciones de la Comisión Federal de Electricidad, además de otros actos de
sabotaje.
El Gobierno
Federal envió tropas del Ejército para resguardar la zona, pero el clima de
violencia no para. La población se siente amenazada e insegura, y esto ha
afectado la asistencia a las escuelas. Se habla de una guerra entre cárteles,
pero hasta ahora nadie se atribuye la autoría de los hechos anteriormente
mencionados. Lindo Michoacán, estado tan hermoso, ojala vuelva pronto a ti la
paz.
Iba a poner una linda imagen de la bandera de México, pero hoy solamente está la pura asta, en lo alto del Cerro del Obispado. Apenas antier ondeaba en todo su esplendor...
Iba a poner una linda imagen de la bandera de México, pero hoy solamente está la pura asta, en lo alto del Cerro del Obispado. Apenas antier ondeaba en todo su esplendor...
Cariño, pues yo como trabajo dentro del gob tengo una perspectiva diferente.
ResponderBorrarSin duda estamos de la chingada, pero, creo que lo peor ya ha pasado, peor que con don Calderas no creo que estemos.