El año pasado fue el infortunado caso de Juchitán, en donde estuve los primeros días de agosto, y poco más de un mes después ocurrió un devastador terremoto. Esta vez fui a conocer el pueblo mágico de San Miguel de Allende, y apenas un par de días estuvo ahí de visita mi admirada actriz Meryl Streep... ah, pero cómo me hubiera gustado haberla visto.
Y por si fuera poco, esta Semana Santa la autonombrada periodista de vida y conductora Fernanda Familiar participó en un incidente vial en el que aparentemente hubo un exceso de fuerza por parte de los policías contra una amiga de la conductora y su hijo menor de edad y todos fueron a parar a la cárcel.
Muchas personas atacaron a Fernanda, acusándola de actuar de manera prepotente e insultar a los policías que le impidieron el paso a una calle cerrada; aparentemente esto no fue así, pues ella se encontraba ya en un domicilio junto con sus hijos y la que iba llegando era su amiga, quien es la que aparece en un video que circuló ampliamente.
En estos días se han llevado a cabo protestas de parte de los comerciantes por la inminente instalación de parquímetros en sus calles. No hay duda que la población de San Miguel de Allende ha crecido de manera exorbitante, y si a eso agregamos la población flotante de turistas, este tipo de problemas serán el pan de cada día.
En mi caso, después de haber visitado al maestro Salvador Almaraz en Irapuato, tomé nuevamente la carretera en dirección a San Miguel de Allende, pues después de haber escuchado tantos comentarios tenía ganas de conocer este famoso pueblo mágico.
Ya estaba advertido: el año pasado mi amigo Lorenzo me platicó que se encontraba en un lugar cercano por un compromiso de trabajo, y al terminar se dirigió a San Miguel de Allende... pero había tal congestionamiento de tránsito por las calles del pueblo que decidió regresarse por donde había venido.
Por poco me desespero yo también: apenas llegué tuve que dar vueltas y más vueltas intentando buscar un lugar donde estacionar. De pronto encontré uno: no lo podía creer.
Pero al descender del auto observé un señalamiento que no supe interpretar, así que entré a la galería de arte ubicada ahí y al preguntarle a la gringa, me advirtió que era una zona de descarga del hotel contiguo y que ni se me ocurriera dejar el carro ahí, pues vendrían los agentes de tránsito y le quitarían las placas. They will?, pregunté, y me reafirmó "Oh, yes they will dear". Así que continué dando vueltas hasta que conseguí un estacionamiento a varias cuadras de ahí.
Como me había comentado mi amigo Kim, San Miguel de Allende es "mexi-gringolandia". Esa tarde de sábado, la bella y arbolada plaza ubicada frente a la parroquia de San Miguel Arcángel estaba atestada... ¡de gringos! No podía creer lo que veía, por un momento pensé haberme teletransportado a algún pueblito de Illinois o de Florida, pero al voltear a ver a los vendedores de helados y globos, a algunos turistas como yo y la famosa iglesia no había lugar a dudas: estaba en México.
Recorrí las bonitas calles empedradas y al dar vuelta en una esquina, otra invasión gringa: decenas de gringos muy emperifollados hacían varias filas larguísimas a la entrada de un establecimiento. Y como no me gusta quedarme con dudas, pregunté de qué se trataba tal cumbiamba, y una elegante dama me informó que estaba a punto de empezar un concurso de ópera y había diferentes filas según la localidad adquirida. ¿Qué boleto compré yo? Ninguno, honey, yo solo estoy de paso...
Seguí mi recorrido, admirando la gran cantidad de negocios de todo tipo, en uno de ellos, me parece que Alcatraz, me quedé enamorado de una hermosísima hamaca verde con beige... su precio era de $2,600... tuve que dejarla pasar pues sé que puedo conseguir una igual de bonita a un precio muchísimo menor en Mérida o en Oaxaca. Esa que la compren los gringos.
Sábado de plaza en SMA. |
Hay tanto qué ver en este pueblo mágico, desafortundamente el día había sido muy pesado y ciertamente caminar por estas calles empedradas bajo el fuerte sol es agotador. Además, me preocupaba saber cómo habían pasado el día Chucho y Logan en la habitación del del hostal Sintimón en Guanajuato. De modo que con los últimos rayos del sol emprendimos el regreso.
Al poco rato, transitaba por una estrecha carretera; a ambos lados, la oscuridad total. Después de mi intranquilidad inicial al adentrarme en terrenos desconocidos, disfruté el camino, que estaba en muy buenas condiciones, y poco más de una hora después llegamos a Guanajuato.
Al día siguiente, muy temprano, nos dirigimos a León, Guanajuato, pues ya estando por aquellos lados sería impensable no comprar cuando menos un par de zapatos. Después de desayundar en un Toks, visitamos el mercado, donde hay tantas cosas tan bien hechas que uno quisiera traerse todo.
Yo regresé con una buena chamarra para el próximo invierno, un par de zapatos de vestir, unos suaves guantes para manejar, dos gorras de cuero (¡$50 pesos c/u!) y hasta una maleta en la que metí a los perros mientras realizaba mis compras. Para regalar a la Liebre de Marzo en su cumpleaños me traje otra maleta más y dos carteras de las que les gusta mucho usar a las chicas.
Hubiera querido ir a conocer el centro, pero había que emprender el regreso para no llegar muy tarde a Monterrey.
Qué bello es el estado de Guanajuato, me gustaron mucho sus caminos y la cercanía entre sus diferentes poblaciones, donde hay tanto que ver. Creo que sus habitantes no deben aburrirse, pues sin invertir demasiado tiempo (ni dinero) pueden recorrer todo el estado; y no se diga trasladarse a puntos importantes como San Luis Potosí, Querétaro, Ciudad de México, Guadalajara, Morelia, Aguascalientes...
Quienes me conocen saben que me encantan los viajes relámpago, pero esta vez me quedé con muchas, muchas ganas de haberme quedado más tiempo y conocer un poco más de este bello estado. Y aunque no me gusta visitar dos veces el mismo lugar (pues hay tantos, tantos sitios que quisiera conocer), me parece que a Guanajuato sí regresaré.
SMA lo he visitado un par de veces (llegar allí es dificil desde SLP si no tienes auto).
ResponderBorrarEs uno de esos pueblos que ha sido prácticamente invadido por nuestros vecinos del norte. Como en otros lugares (me vienen a la mente Mazatlán y Mérida) esto crea un cierto sentido de injusticia: ¿cómo es que un pueblo tradicional mexicano pierde su carácter y las casas para sus habitantes son ahora ocupadas por extranjeros?
Curiosamente, es casi el mismo argumento que los norteamericanos dices de los mexicanos.... en fin... ya termino, que si no, esto se convierte en un "rant" interminable...
Alex, definitivamente tienes la razón, yo he escuchado mucho de la invasión gringa en Ajijic, en el estado de Jalisco, pero sobre todo en Mérida. No es fácil explicar las razones del fenómeno, pero definitivamente cuando veo que las grandes mansiones de la Ciudad Blanca son compradas, remodeladas y ocupadas por extranjeros tengo una mezcla de sentimientos. ¿Por qué no lo hicieron los nacionales? Supongo que no muchas personas pueden pagar los altos costos. Lo que me agrada es que muchos de esos extranjeros son personas que quieren a México y a los mexicanos y se integran lo más que pueden a nuestros usos y costumbres, saludos.
ResponderBorrarHola Tino!
ResponderBorrarMe hiciste reír con tu post. Especialmente me gustó aprender una nueva palabra: emperifollado. Quiero recordarla.
Algún día tendremos que viajar juntos. Quizá en Zacatecas u otro lugar interesante.
Saludos y un gran abrazo,
Kim G
Redding, CA
Donde hay mucha naturaleza pero pocas ciudades.
Ah, qué bueno que te gustó... een estilo un poco bromista para decir de una manera más o menos bromista que alguien se arregló y vistió exageradamente para una ocasión especial, con su mejor ropa y todos los accesorios posibles : ) . De verdad que sería muy divertido e interesante que viajemos juntos, me dará mucho gusto cuando suceda.
ResponderBorrar