martes, enero 26, 2021

時の流れ El paso del tiempo

 ¡Cómo pasa el tiempo! Qué frase tan manida... pero es verdad. Veo la fecha de mi último post y me doy cuenta de cuánto tiempo ha transcurrido, llevándose a su paso incontables vivencias, viajes, emociones, logros y pérdidas... 

Nunca regresé. Y no existe una razón; simplemente, ya no volví. Dediqué mi tiempo a muchas otras cosas. Supuse que ya nadie escribía en un blog, desde que Facebook se hizo cada vez más y más popular... además de Instagram y otras plataformas, pero veo que varios de mis admirados blogueros han seguido escribiendo en sus cuentas y me da gusto.

La razón por la que estoy escribiendo aquí de nuevo tiene que ver con un par de comentarios que publicaron unos lectores en respuesta a un post de 2017. Las notificaciones llegaron a mi correo, pero dejé pasar los días sin darles respuesta, hasta hoy. Es lo menos que puedo hacer como muestra de agradecimiento por leer mis líneas.

Ha transcurrido casi un año de que inició la contingencia por la pandemia, y en todo este tiempo he pasado, como toda la gente, por diferentes emociones, pero las más constantes son ansiedad y miedo. En todo este tiempo me paso la mayor parte del tiempo en casa; me ha sido fácil pues desde antes de que iniciara esta locura yo ya trabajaba en casa, además de que soy muy hogareño y disfruto estar conmigo mismo.

A veces salgo, para hacer las compras indispensables; procuro las tiendas pequeñas y trato de evitar las multitudes. Ayer precisamente salí al centro, para encontrarme con un amigo a quien no veía desde hace más de un año. Pero no fue un encuentro social: le compré cecina, café molido, frijoles negros y queso que su familia manda traer de la Huasteca Potosina. La entrevista fue muy breve, pero me dio gusto verlo.

Y mientras estuve en el centro, pasé en auto por las calles que rodean el Mesón Estrella, donde la gente va a surtirse de frutas y verduras. Y como siempre, observé todo, miré hacia todas partes. Y vi que la gente sigue aglomerándose, que muchos no usan cubrebocas o bien lo portan bajo la barbilla, que no guardan una sana distancia... una escena que también es común en las calles de mi colonia y en muchas otras colonias de mi ciudad y de todo México.

Y no lo entiendo. Simplemente no puedo entender por qué no usar cubrebocas, por qué no distanciarse, por qué no posponer reuniones... pero ya no trato de entenderlo. Cada cabeza es un mundo, cada quien tiene su historia, sus motivaciones, sus creencias.

Cuando se acercaba el final de 2020 yo pensaba que el final de la pandemia también estaba cerca, pero cuán equivocado estaba. Actualmente estamos viendo los resultados de tantas posadas, pachangas y reuniones de Navidad y de Año Nuevo. Como soy siempre tan aprensivo, me aterra leer el periódico, que lleva la cuenta de contagios, fallecidos, etc.; no debería leer el periódico (más que nada lo compro para colocarlo en las patas de los muebles y otras áreas de la casa donde mis cuatro perros insisten en orinar), pero lo hago por la fuerza de la costumbre, por inercia.

Y después de leer las noticias impresas o de entrar a Twitter me entra un estado de gran ansiedad; imagino escenarios catastróficos, me desespero. Cada día espero escuchar que baja el número de contagios... pero es todo lo contrario. Lo que más ansío es ya estar libre de esta tensión, de este miedo... no me molesta usar cubrebocas y lavarme las manos como enajenado, pero qué bueno sería saber que, si llegase a contagiarme, existe un tratamiento eficaz que redujera al mínimo los efectos de la enfermedad.

Estos últimos días el trabajo ha estado muy lento, por la mañana recibí dos archivos para traducir, pero en lugar de procesarlos inmediatamente, los pospuse casi todo el día, apenas hace una hora que trabajé en ellos. Después de dos días de jaquecas, hoy disfruté verme libre de ellas gracias a un potente analgésico que me recetó un doctor haitiano, junto con unas gotas oftálmicas carísimas... al parecer una infección en los ojos es lo que me causaba la cefalea.

Anoche iba a empezar a tomar el analgésico a las 10:00. Apagué la luz poco después de las 9:00 y me fui a acostar un rato, cosa muy inusual. Pero estaba tan fatigado por la jaqueca que tuve durante la tarde que me quedé dormido... así que mi primera dosis fue hoy por la mañana.

No me dolía la cabeza, pero de todos modos tomé el medicamento, no quería volver a pasar por lo de ayer. Al poco rato me dio un agradable sopor y me fui a acostar en el sofá. Prendí la tele, pero no logró captar mi atención, y cuando bajé las escaleras para ir a almorzar, sentí como si flotara, me daba miedo que pudiera caerme. Sentía un agradable mareo, y estuve seguro de que este tipo de medicamentos (painkillers) son los que muchos gringos se aficionan a consumir como si fueran caramelos.

Hoy no hice el aseo, no cociné, no salí a ninguna parte. No tenía ganas de hacer nada. No sé muy bien si era desánimo o simplemente cansancio, hartazgo. Estuve un buen rato en el patio, mi lugar favorito de la casa. Luego me puse a escuchar algunos capítulos del audiolibro Anna Karenina. Hace años leí que es considerada como una de las obras maestras de la literatura y me prometí leerla, pero fui posponiendo el momento y pasaron semanas y meses y años, hasta hace poco.

En mi infancia, juventud y primera adultez me gustaba mucho leer, pero en años recientes he estado leyendo cada vez menos libros, principalmente porque mi oficio de traductor usualmente me mantiene pegado a la pantalla casi todo el día, y cuando termino el trabajo lo que menos deseo es seguir leyendo. Por eso los audiolibros son muy buena opción para mí.

La semana pasada también leí Las lunas de Júpiter, de Alice Munro. Es una colección de relatos que compré hace un par de años, y el primero de ellos me pareció tan aburrido que simplemente boté el libro por ahí. Pero ahora que hay menos trabajo decidí darle una segunda oportunidad, pasé por alto el primer relato y comencé con el segundo. Aunque la autora es ganadora del premio nobel de literatura, debo decir que la lectura de esta colección de relatos no cautivó especialmente mi atención.

Cuando empecé a escribir el cielo lucía los últimos tintes rojizos del atardecer; ahora ya oscureció por completo. Otro día más. Otro día menos.

4 comentarios:

  1. I'm going to be lazy and write this in English. I was very pleased to see that you had written a post on your blog after such a long time. It's understandable that after working on the computer all day you don't feel like blogging. However, I hope that you do continue to write from time to time. I find that it is very good therapy to write on my blog every morning, even if what I write is short and inconsequential. It helps to clear away the sense of depression with which I wake up each day.
    The pandemic has been difficult for me also. I have not been to Mexico for nearly a year. I Skype every night with my friend Alejandro, and the situation in Mexico City is horrendous. And yet, just as you observe in Monterrey, there are so many people in CDMX who refuse to take simple precautions. The same is true up here in the U.S. I simply do not understand it.
    Hang in there. We shall survive this... just as most of our ancestors survived the great pandemic of 1918 (which lasted for two years). As soon as I have the two shots of vaccine in my arm I plan to return to Mexico to be with my "Mexican family".
    Take care, and stay safe!
    Saludos,
    Bill

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  2. What a nice surprise! I appreciate your kind words, and when you mention that sense of depression at waking up each day, I feel it's me who you're describing. That's why I'm always looking for new things to do or think about, getting back to old movies, old books -- I tend to get mad with cleaning after my four dogs all day every single day, but then I realize that it keeps my mind occupied and helps to pass time. I'm sure we're going to survive this, taking all the precautions, and in no time you'll be able to visit your beloved family in Mexico again.

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  3. ¡Qué bueno que volviste a postear!
    La verdad hay que encontrar algo en que ocuparse. Leer, pintar, dibujar, bueno hasta hacer crucigramas. Si tienes tiempo hay que buscar algo creativo, la verdad es muy satisfactorio.
    Yo antes de mi cirugía ocular tenía muchas migrañas, fuertes la mayoría, pero que se quitaban con un par de paracetamol o aspirinas.
    Yo llevo alguno años como tu, ya no quiero ver las noticias, pero nunca aprendo mi lección y vuelvo una y otra vez.

    En fin, poniéndome al día con tu blog! Un abrazo!

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  4. Lo bueno es que se quitó el dolor de cabeza, aparentemente sí era una pequeña infección en los ojos. Sigo escuchando el libro Anna Karenina... por Dios, qué largo libro, encuentro que Tolstoi describe con tanta profusión de detalles que una simple escena de unos minutos de duración abarca casi un capítulo. Pero ahora la termino porque la termino.

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