sábado, abril 10, 2021

Allende

Domingo, mi día favorito de la semana. Desde siempre me han gustado los domingos: levantarme temprano, salir a cualquier lugar, especialmente ahora que permanezco encerrado casi toda la semana; disfrutar un buen almuerzo fuera de casa.
Reconozco que era algo tarde cuando llegamos al restaurante tipo buffet, pero, caramba, habría que tener un poquito de empatía. Una mujer, mal encarada, se negó a preparar unos huevos al gusto, argumentando que estaban a punto de llegar los guisos del buffet de comida.
Se me antojó entonces probar un poquito de menudo (aunque no debería, me cae muy pesado), pero habían retirado el cucharón, y por más señas que hice a la susodicha, no me hizo caso. Terminé tomando una cuchara de cualquier lado y me serví un poco.
De manera que en vez de desayuno, fue comida; y como el mesero también estuvo desatento, la experiencia no fue nada agradable. El lugar solía ser muy bueno, pero últimamente ya no me gusta para nada.

Al salir de ahí tuve la idea de visitar un paraje natural donde estuvo recientemente mi hermana Mónica, más o menos donde termina Monterrey y principia Santiago. Cuando vi las fotos que publicó en FB, en las que se veía un pequeño arroyo o un río, incluso una cascada, pensé que tan pronto pudiera me gustaría ir dar una caminata por ahí y disfrutar el paisaje, quizá quitarme los zapatos y chapotear un poco en el agua.
Este era el momento, así que hacia allá me dirigí. Ay, pero por distraerme un poco en la carretera se me pasó la salida, de modo que ahora tendría que avanzar unos cuantos kilómetros, encontrar un retorno y ahora sí estar muy pendiente para no equivocarme de nuevo.
En lugar de ello, decidí seguirme de frente.... pero hasta Allende, ubicado a unos 60 kilómetros de Monterrey. Resulta que desde hace poco más de dos semanas mi amigo Héctor aceptó un empleo como gerente en una propiedad ubicada en este municipio que se renta para eventos sociales, razón por la cual ahora está viviendo en Allende.
Tan pronto sale uno de Monterrey, por la Carretera Nacional, la aridez va quedando atrás y el paisaje se torna muy agradable, con frondosos árboles y aire más limpio. Muchos regiomontanos tienen casas de campo (les llaman "quintas") en esta zona, principalmente en Santiago, pero también en Allende y Montemorelos. Sobre la carretera hay restaurantes de comida regional y negocios de venta de artesanías, alimentos, muebles rústicos, etc., y a poca distancia de esta, por ambos lados, hay diversos ríos y arroyos.
La carretera está cada vez más congestionada, pero avanzamos sin incidentes y al poco tiempo llegué a la salida; esta sí la tengo bien identificada y no se me pasó. Luego tomé el sinuoso camino que lleva al río; conducir por ahí es una delicia, pues hay muy poco tráfico y hay tantas cosas qué ver alrededor: muchos árboles, altas montañas, pequeños tendajos, infaltables depósitos (negocios donde venden cerveza), casas muy sencillas y también extensas propiedades con imponentes portones, tras los cuales apenas se alcanzan a ver lujosas casas con bien cuidados jardines.
Por fin llegamos a la propiedad, que es toda una belleza, ubicada justamente frente al río. En un lado se encuentran las cabañas, rodeadas por jardines, asadores, una piscina y muchos, muchos árboles. Mirando hacia todas las direcciones se aprecia una magnífica vista de las montañas.
En el otro lado se encuentra el salón de eventos, una gigantesca palapa recientemente construida donde pueden llevarse a cabo reuniones sociales para numerosos invitados, y los que así lo decidan, pueden pasar la noche en las cabañas. Imaginé el sitio en una noche fresca, bien iluminado y completamente adornado con flores para celebrar una boda. Espero pronto regresar como invitado.

Héctor me recibió muy contento, sorprendido por mi visita inesperada; me dio un recorrido por el lugar y me fue explicando los trabajos que están en pleno proceso para embellecer aún más el lugar, como los caminos de piedra y los extensos jardines.
Pasamos una tarde muy agradable, disfrutando el clima fresco y la quietud del lugar, alejado del ruido frenético de la ciudad. Un descanso para los sentidos y para el alma.


Las cosas cambian de un momento a otro. Esta región del estado siempre me ha gustado, pero hasta ahora la he visitado muy de vez en cuando, principalmente por el agobio de la carretera congestionada todos los domingos. Pero ya que Héctor estará trabajando por acá, probablemente regrese con más frecuencia. El tiempo lo dirá.

1 comentario:

  1. Que padre que puedas darte una escapada y estar al aire libre, que tanto hace falta en la pandemia. Saludos

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