miércoles, mayo 21, 2008

Vaquero


Vaquero, Bimbo, Bingo... es igual. Es mi perro. Es todo un personaje. Y siendo tan pequeño y tan frágil, he aquí que ya tiene 11 añotes... sobrevivió a mi adorado perro Lucas y también a Tobi. En estos últimos dos años ha tenido problemas, más que nada porque sus dientes se llenaron de placa y ante mi negligencia de llevarlo a una limpieza, se creó una infección que le causaba mucho dolor y le impedía masticar. Eso es lo que me dijo un veterinario. El caso es que de pronto dejó de comer croquetas, su alimento de toda la vida, y empezó mi suplicio, porque nada parecía gustarle. Diferentes marcas de comida para perro, pollo cocido, arroz, Gerber, etc.... comía un poquitito y luego se negaba a abrir el hocico. Era desesperante. Finalmente tenía que darle de comer a fuerza, metiendo las cucharadas en su boca como a un niño necio que se niega a comer. Pero gracias a eso fue que salió adelante.
El año pasado lo llevé al veterinario, y además de hacerle la limpieza que tanta falta le hacía, le dieron un tratamiento para curar esa infección crónica de sus encías. Y desde entonces, a un ritmo desesperantemente lento... ha empezado a recuperar el apetito. En estos momentos estoy feliz porque ya empezó a comer croquetas otra vez. Claro que ahora tienen que estar bien remojadas o pulverizadas, pero lo bueno es que ya no tengo que recurrir a cocinarle carne molida o pollo. Las croquetas le dan toda la nutrición que necesita.
Todas las mañanas despierto y está junto a mí, en la cama. Pero desde hace algún tiempo ya no se levanta, sino que me espera a que yo me levante, desayune algo, me bañe, y justo cuando estoy terminando de vestirme ya me avisa que quiere que lo baje de la cama, para sacarlo a la calle a hacer pipí. Es una rutina que me maravilla y me divierte, todos los días igual, preciso como un reloj.
Este fin de semana invertí una buena cantidad: otra vez croquetas ProPlan, más una pasta dental, más una lata carísima de comida especializada para prevenir enfermedad renal. Fue una buena cantidad de dinero. Y eso que todavía me faltó comprarle un tubo de vitamina y un enjuague bucal... es que no quiero que le vuelvan a hacer la limpieza dental porque requieren aplicarle anestesia general y siempre existe el riesgo de que muera. Simplemente no lo quiero arriesgar y mejor le lavo sus dientes, aunque no quiera.
Bimbo es una gran compañía para mí. No es un perro cariñoso. A veces pienso que actúa como gato, sólo busca su comodidad y sólo me da atención cuando yo le doy de comer o le arreglo su cama. No, definitivamente no es como mi Lucas, que me seguía a donde quiera que yo fuera, que no podía estar sin mí, que se pasaba horas lamiendo mi cara o alguna pequeña herida en mis manos o en mis pies.
Pero, a su modo, sé que Bimbo me quiere y está acostumbrado a estar conmigo. A veces pasa temporadas en casa de Isela, y cuando voy de visita se pone muy contento y quiere regresarse conmigo, aunque apenas hayan iniciado sus "vacaciones". No es cariñoso, pero es un perro hermoso, que de verlo dan ganas de acariciarlo. Aunque más de un niño o adulto se han llevado la sorpresa de que Bimbo responde a las caricias con unos furiosos intentos de morder al atrevido. Le encanta estar acostado... ah, cuántas mañanas al salir a trabajar y verlo acostado, me dan tantas ganas de no ir a la oficina y quedarme ahí también, disfrutando un día de descanso. Sé que un día lo haré.

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