jueves, noviembre 26, 2009

Tragón

Desde que yo me acuerde tengo la mala costumbre de comer demasiado rápido, y he sufrido innumerables veces de sus inevitables consecuencias, como gastritis, indigestión, reflujo gastroesofágico, por mencionar algunas, además de una barriga prominente que se resiste a desaparecer.
Debo confesar que soy de muy buen apetito, pero desafortunadamente mientras más rico el platillo más rápido como y devoro los bocados casi enteros, así que lo que empieza con un deleite acaba con gran sufrimiento (en realidad, como todo en la vida).
Recuerdo que la primera vez que fui a México, D.F. era un niño, y a nuestra llegada a la casa de mis tíos nos ofrecieron una comida compuesta por platillos desconocidos para mí pero todos deliciosos. Comí como si me hubieran tenido amarrado, qué vergüenza. Luego me dolió mucho la panza, y por la noche vomité la comida hasta por la nariz.
Ese mal recuerdo debería ser suficiente para frenarme, pero no es así. Algunas personas me dicen que de tan rápido que como ni disfruto el sabor de los alimentos. Tienen razón. Algunas veces hago el intento de hacer más lento el proceso, pero después de dos o tres bocados vuelvo a las andadas.

Hoy por la mañana me llegó por correo este extracto del libro Mindful Eating, de Jan Chozen Bays:

Hacer Pausas Cuando Comemos
He aquí algunos métodos que te ayudarán a hacer más lenta tu forma de comer, creando pausas:

1. Haz una pausa antes de empezar la comida. Mira cada pieza de alimento, tómalo con los ojos. Nota los colores, texturas, formas y la forma en la que están dispuestos en el plato o el tazón.
2. Toma un momento para dar gracias. Agradece a los animales, las plantas y a la gente que te trajo esta comida. Sé consciente de sus regalos mientras comes.
3. Empieza la comida haciendo una pausa para inhalar la fragancia de los alimentos. Imagina que te nutres con tan sólo el aroma.
4. Come los alimentos a la manera en la que un conocedor de vinos prueba el vino. Primero huele los alimentos, disfrutando su bouquet. Luego toma una probadita. Dale vueltas dentro de la boca, saboréandola. ¿Qué ingredientes puedes detectar? Mastica lentamente y traga. Toma un sorbo de agua para limpiar el paladar. Cuando la boca esté limpia de alimentos y sabores, repite el proceso.
5. Si notas que estás comiendo sin saborear, detente y haz una pausa para mirar la comida nuevamente.


Me gustó la sugerencia y la compartí con varios queridos amigos. No obstante, hace rato que me encontraba comiendo en un restaurante, en un momento dado me puse a observar conscientemente y me di cuenta de que estaba comiendo velozmente, como siempre. Así que, al recordar lo que acababa de leer, dejé la hamburguesa en el plato y me esforcé por recordar cada una de las recomendaciones.
Recordé casi todas, y gracias a eso pude disfrutar mejor mis alimentos. Se me ocurrió que, para convertirlo en costumbre, sería una buena idea imprimir ese pequeño texto y colocarlo sobre la mesa.
Se dice que los viejos hábitos nunca mueren, pero yo no lo creo así. Pienso que si aprendimos a hacer algo, también podemos aprender a dejar de hacerlo.

2 comentarios:

  1. Creo mucho en que el factor tiempo hace de las suyas y esta en todo y parte de que tambien no podamos seguir esos interesantes pasos es porque ¡no tenemos tiempo!

    Vale la pena darse una pausa y disfrutar agradeciendo los alimentos a través de los sentidos.

    Salu2!

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  2. Me esforzaré en hacerlo, pero es que casi siempre como de prisa.

    Imprimiré la hoja y la pondré en el refri.( creo jjeje)


    Saludos mil.

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